miércoles, 15 de junio de 2011

Hace 11 años

La niña de blanco que amorosamente mira y sostiene esa afortunada gallina, se llama Cristina. La foto se tomó hace once años en el aula rural del Cortijo del Pino. Dentro de unos días regresa al mismo lugar hecha una jovencita para realizar un programa de prácticas en nuestras actividades de verano. Y aprovechando esta circunstancia, para nosotros muy entrañable, nos escribe:

"Hace unos 11 años estuve en el Cortijo del Pino, yendo los sábados a pasar la mañana. Ahora tengo 21 años y estoy estudiando psicología, y terminando un curso de monitora de tiempo libre en el que tengo que realizar prácticas. Debía buscar un lugar en el que hacerlas y recordé el tiempo que pasé en el cortijo.
Hoy en día pienso que me aportó la idea de que hay muchas cosas que aprender a parte del idioma, las matemáticas o el conocimiento del medio, (lo estrictamente académico), sino que hay un mundo “creativo” por descubrir: como son las manualidades que hice en aquella época, maracas de mimbre, lapiceros con material reciclado y papel maché pintados por mí, libros que hacíamos en los que pegábamos las plantas que encontrábamos por el campo… (Cosas que, por cierto, todavía conservo). Además del contacto con la naturaleza y los animales; De los paseos por el campo todavía tengo una imagen vívida de cuando me enseñaron lo que hacía una planta, que te ponías en la camiseta y daba vueltas como las agujas de un reloj. También recuerdo que aprendí juegos antiguos, distintos de los que siempre jugábamos en el recreo como el quema o la comba: uno era el "churro pico terna"), que cuando fui a contárselo a mi padre me sorprendió que me dijera que él lo jugaba de pequeño.
Creo que hoy en día me quedan restos, de aquella experiencia, ya que quiero seguir aprendiendo ese tipo de cosas y estar en contacto con la naturaleza, me apetece repetir la experiencia, pero esta vez de monitora, me gustaría que los niños de la generación de la tecnología puedan tener la experiencia que tuve con 10 años, una manera distinta de integrar valores y divertirse aprendiendo con otros niños, y me parece muy bonito que haya empresas como Ciempiés que lleven realizando este trabajo tantos años".


Cristina

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