domingo, 22 de abril de 2012

El Nacimiento del Darro


Esta ruta transcurrió siguiendo el Valle del Darro hasta su nacimiento y un poco más allá. Fue de gran belleza y los caminantes demostraron su excelente estado de forma. Aunque la dificultad era alta, los Senderistas Buenos Aires la caminaron apretando el culo, disfrutando y pinchando la tijera en el pero.

El recorrido comenzó junto a la Ermita de la Virgen del Pilar, subiendo por la empinada cuesta de la calle Molino Alto en Huetor Santillán. Es curioso que esta villa deba el nombre a su denominación andalusí y el apellido a su antiguo dueño. Ésta era la Qaryat al-Wata (alquería o pueblo de colina) mencionada en el siglo XIV por Al-Jatib en su descripción del Reino de Granada. La segunda parte del topónimo se debe a Diego de Santillán, marqués de Guadalcázar, quien según las crónicas de la época lo compró poco después de la conquista.


Tomamos una senda que, tras pasar por debajo de la autovía (esa que tanto daño ha hecho a este parque natural), penetra en el Valle del Darro. Antes de iniciarla hicimos una parada en la Cueva del Señor y luego la seguimos hasta el nacimiento actual en la Fuente de los Poqueros.
Este nacimiento se abre en un macizo formado por calizas permeables de origen kárstico y esta rodeado de vegetación de ribera de la cual habríamos apreciado su sombra; pero el día estaba bastante nublado. El topónimo del río se relaciona con la existencia de oro en su cauce. Fue llamado Dauro que deribaba de Dat Aurum: da oro.



Seguimos una estrecha vereda que sigue el lecho seco del Darro. Es una vereda muy bonita en la que el valle se estrecha entrelazando la vegetación de ambas márgenes.
Una gran roca en mitad de la vereda y el tronco muerto y aún en pie de un viejo pino agujereado por los pájaros carpinteros nos indican que llega el punto más difícil de la ruta.


La vereda se estrecha y comienza a subir la ladera serpenteando entre jaras, enebros y retamas. A llegar a unos pinos, abandonamos el camino y trepamos por una vereda descarnada, ancha y muy empinada. Veinte pasos que en realidad son bastantes más. Al llegar arriba un simpático senderista nos confiesa que es una peculiar manera de celebrar su cumpleaños; le cantamos "cumpleaños feliz" con ánimo renovado.

Superado este obstáculo nos encontramos en la pista de la Cueva del Gato tapizada por las hojas de los robles melojos que la acompañan. En una curva muy cerrada nos desviamos por un sendero medio oculto hasta la Cueva del Gato. 
Desde allí continuamos hasta la pista de la Alfaguara y la recorrimos hasta Viznar. Y quien piense que llegamos agotados se equivoca; como testimonio la simpática copla que se marcaron mientras esperaban el bus

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