domingo, 15 de abril de 2012

La Cruz de Viznar





Una solitaria cruz, antes de madera hoy de metal, que corona el Collado de Víznar da nombre a este sendero con vistas a los recortados valles de la Sierra de Huetor y con espléndidas panorámicas de la Vega de Granada y Sierra Nevada.

Desde Viznar caminamos hasta el Área Recreativa de Puerto Lobo. Seguimos la pista forestal de la Alfaguara dejando a la derecha el ascenso entre pinares del Barranco de la Umbría, en cuyo inicio encontramos una placa homenaje a un montañero. También ignoramos a la izquierda la senda de la Cueva del Gato. Seguimos ascendiendo hasta el Mirador de Viznar, donde descansamos contemplando el precioso valle del Darro. Allí descubrimos que quien llamaba a Emilio insistentemente al móvil era la alarma.



Siguiendo esta pista forestal nos encontramos a la derecha con la senda que nos conduce a la Cueva del Agua entre encinas, enebros, rascaviejas y quejigos; nos paramos para fijarnos en las agallas de estos últimos cuya redondez destaca entre las ramas preñadas de brotes.

La suave pendiente nos conduce hasta el mirador y la Cueva del Gato. Situada en las entrañas del Collado del Agua, a 1.400 metros sobre el nivel del mar, la gruta se esconde al fondo de un estrecho pasillo natural excavado en la roca. Debió ser un rincón precioso, pero la estupidez lo ha privado de las estalactitas y estalagmitas talladas con infinita paciencia por el agua. No se sabe si los presos están dentro o fuera.



Bajamos por el Collado de la Rata dejando la Cruz de los Maestros a nuestra derecha. Nos detenemos a contemplar algunos pinsapos. La llegada al cruce de caminos del Collado de Víznar se agradece tras el esfuerzo realizado. La subida hasta la Cruz de Víznar requiere una pequeña y corta escalada rodeando el torreón; este esfuerzo merece la pena (solo a algunos) teniendo en cuenta las excepcionales vistas que encontramos en la cima, donde se yergue solitaria la Cruz que da nombre al sendero.

Tras haber disfrutado de la altura en la Cruz y de la adrenalina desatada por la imprudencia, descendemos por el mismo camino hasta el Collado de Víznar. Desde allí realizamos un pronunciado descenso por la solana, a lo largo del cual la senda se ha estrechado y discurre bordeando un roquedo dolomítico. La senda termina en Puerto Lobo, donde nos zampamos un bocata al tiempo que disfrutamos de una agradable conversación en el área recreativa bajo los nogales; ya sólo resta regresar a Viznar.

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