miércoles, 15 de abril de 2015

Los Cahorros y el Camino de la Umbría.



Estas lluvias de primavera y la poca fe en las predicciones meteorológicas han asustado a los senderistas. Solo unos pocos se animaron a caminar por una de las más bonitas rutas de la Provincia, Los Cahorros de Monachil y las montañas que lo rodean. 

El Río Monachil, a su paso por Los Cahorros, transcurre encajonado a través de un impresionante valle dentro del Parque Natural de Sierra de Nevada. Los “cahorros” hacen referencia a las zanjas excavadas por el agua que baja torrencialmente por las laderas de este cañón.   




Su entorno es una zona de media montaña de materiales calizos, lo que da lugar a formaciones abruptas y muy erosionables. Lo más típico del recorrido es el puente colgante de 63 metros de longitud y cien años de antigüedad. 

Iniciamos la andadura desde el pueblo hacia el bar del Puntarrón y de ahí hacia los Cahorros Bajos. Desde este momento nos acompaña el murmullo del agua, modulado en las acequias y bravío en el cauce del río y en las chorreras. El verde como color de fondo.

Llegamos al gran puente que atravesamos despacito para contemplar el paisaje y disfrutar de las sensaciones que en nosotros despierta. Es la puerta colgante al cañón de Los Cahorros en el que nos adentramos. Tajos verticales, angostos pasos de piedra, la Cueva de las Palomas y el caudaloso río. Las plantas rupícolas floreces aferradas a la roca. 



Dado que no existe casi desnivel en la mayor parte del recorrido, las dificultades no son grandes; pero hay momentos en los cuales el trayecto se vuelve un poco más emocionante ya que, de vez en cuando, hay unas anillas en las paredes donde nos sujetaremos para hacer frente a lo estrecho del sendero. O tendremos que ir a gatas o arrastrar el trasero. 

Llegamos así a las Azuleas donde nos reciben los majuelos en flor y el vuelo nupcial de las chovas piquirrojas. 

Continuaremos caminando hasta dejar a nuestra izquierda el Puente de las Chorreras y llegar a la fuente del mismo nombre, que como es tradición, cuenta con una teja para facilitar el disfrute de sus aguas. La senda asciende hasta unos indicadores; tras reponer fuerzas tomamos la dirección Hoya del Romero - La Sabina


A medida que ascendemos por esa vereda hacia los dominios de las chovas, pasamos de estar rodeados de verdes arbustos a caminar por un terreno más descarnado que huele a tomillo. Las vistas son impresionantes. 

Llegamos así al Rodadero y al Camino de la Umbría. Pasamos cerca de la toma de agua del tubo que lleva el agua a la Central Hidroeléctrica del Tranvía y comenzamos a bajar por un paraje exuberante preñado de huertas; cerezos, membrillos en flor, higueras... 

Regresamos con sol y sin una gota de lluvia en el sombrero, por el Camino de la Umbría, hasta el pueblo.

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