miércoles, 13 de enero de 2016

La Falla de Nigüelas y el Castillo de Lojuela



Esta ruta, primera del año, pretende limar los mantecados y turrones adentrándonos en el Valle de Lecrin, ahora en plena producción de naranjas.  Es una ruta rural de gran belleza en la que nos alzaremos hasta un castillo desde el que se puede contemplar este valle, el Castillo de Murchas o de Lojuela. Y entre naranja y naranja buscaremos fósiles de corales.

El recorrido comienza en  Nigüelas, situado a 931 de altura sobre el nivel del mar. Las fuente y los molinos nos recuerdan esta antigua relación entre el agua y la piedra. Bajamos hasta el Río Torrente. Pero antes nos acercamos a la Falla de Nigüelas. Es un magnífico y didáctico ejemplo de "falla de borde" de más de 15 km de longitud declarada Monumento Natural de carácter Geológico.

Al río accedemos a traves de la preciosa Acequia de la Pavilla, donde más de uno y una han "pelado la pava", de ahí su nombre. Y no es para menos ya que el paisaje y el murmullo del agua es de lo más evocador.

Caminamos por la margen izquierda de este río que es más rambla que torrente.  Pasamos bajo un gran puente de piedra caliza y seguimos el camino que ahora conduce a Murchas serpenteando entre almendros en flor, cerezos, olivos y naranjos. Pasamos junto a una fábrica de ladrillos situada en la confluencia del Barranco del Pleito con el río Torrente.

El sendero nos guía al pueblo de Murchas y nos remonta por una calle empinada hasta un mirador hacia el  pueblo de Talará y a la Ermita del Santo Cristo que destaca en la loma de enfrente. A nuestros pies, en suave caída, el campo está tapizado de naranjos; como telón de fondo Sierra Nevada. Y los senderistas sentaditos en el poyete con sus frutas y bocatas como niños y niñas buenos.
    
Abandonamos la población de Murchas, situada a 662 metros de altitud, por unas calles estrechas cercanas a la iglesia. Tomamos una vereda de unos 2 km que nos conduce hasta el Castillo de Lojuela, pequeña fortaleza de época musulmana en cuyos lienzos de muralla terrosos aparecen restos de cerámica.  Allí haremos una parada para contemplar el valle y "hacer la cabra".

Y al regresar viajaremos en el tiempo. Tomamos un desvío a la izquierda para llegar a Murchas entre olivos pasando por un terreno pedregoso lleno de fósiles de bivalvos y corales.

Tras regresar a Murchas, tomamos un camino que lleva a Melegis a través de un vergel de naranjos y limoneros.  Los olivos tan antiguos como los recuerdos de estas veredas, nos muestran sus ajadas cortezas.

La distancia entre ambas poblaciones es de unos 2 km. Iremos acompañados del ruido del agua que corre por las numerosas acequias cuyo origen se remonta a la época Nazarí.



En las proximidades de este pueblo nuestro magnífico rebaño de senderistas se cruza con otro más ordenado de cabras guiado por un pastor y un perro cojo.

Ha sido una bonita ruta donde me han regalado el reencuentro con nuestro amigo Emilio, corazón de este grupo de senderistas durante mucho tiempo.

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