sábado, 18 de febrero de 2017

La cascada de Prado Negro.

Retornamos a la maravillosa Sierra de Huetor con una preciosa ruta circular con la que nos introducimos en el sector nororiental de este Parque Natural. En esta ruta se mezcla la fuerza de la cascada de Prado Negro, la serenidad de la Acequia del Fardes y el rítmico transcurrir de nuestros pasos.

El rincón de la sierra que se convierte en el auditorio del concierto del agua y la servidumbre de esta antigua acequia, recorrida desde su nacimiento en la Fuente Grande, donde sentimos los pasos de los antiguos acequieros musulmanes, dotan a este recorrido de un poso poético. Y siempre contemplados por el imponente perfil blanco de nuestra sierra recortado sobre el azul.

Iniciamos la ruta en el Área Recreativa de la Fuente de los Potros.  Avanzamos en dirección norte siguiendo la pista asfaltada que conduce a la aldea de Prado Negro. A unos 200 metros la abandonamos para tomar un camino que arranca a la derecha. Desciende paralela al cauce de un arroyo bordeando el Cerro de la Cueva del Sol. Llegamos así a una alameda ya en las inmediaciones del arroyo de Prado Negro y de la Umbría de los Alcaldes.


De pista a camino y de camino a vereda. Bordeamos esta alameda y nos acercarnos al arroyo. Ascendemos por un sendero pasando junto a cuevas y abrigos usados por los pastores como aprisco. Llegamos a los Llanos del Despeñadero donde encontramos las ruinas de un antiguo cortijo. Cuantas historias serranas no habrán contemplado sus piedras ahora heridas de abandonos.


Tras vadear el arroyo cercano por un puentecillo encontramos el Pilarillo de Manolo el del Molinillo. De ilusiones, creencias, esperanzas, agradecimientos, sugestiones, aciertos y errores nos habla el caño de agua siempre constante.

Tomaos ahora un sendero que asciende zigzagueando en dirección norte en busca de los Tajos del Despeñadero. Pasamos por una curiosa cueva rodeada por un muro de piedra; continuamos a la izquierda por un sendero tallado en  estos tajos calizos; un giro a la derecha y contemplamosla aldea de Prado Negro y a su arroyo.


Descendemos hasta llegar a un puente que cruza el arroyo. Tomamos el sendero hacia la izquierda que nos conduce, pasando por un bonito prado, hasta llegar a la Cascada Grande de Prado Negro.
Agua, piedra y vegetación en un recodo escondido. Solo el sonido del agua nos anuncia que allí se esconde la belleza del arroyo enamorando la roca.

Desandamos nuestros pasos e iniciamos la subida a la aldea de Prado Negro. Seguimos la carretera a la izquierda en dirección oeste y en una curva a izquierdas, justo cuando la carretera pasa sobre el arroyo de Fuente Grande, la abandonamos por una pista que sube suavemente junto al cauce del arroyo hasta la Fuente Grande, un gran nacimiento de agua donde toma el agua la Acequia del Fardes. El agua burbujea de alegría, rodeada de verdes algas, cuando ve el cielo

Cruzamos el arroyo e iniciamos nuestra andadura por la Acequia del Fardes que llega hasta Cogollos Vega. Esta acequia, de origen árabe, se remodeló durante el reinado de Carlos II en el siglo XVII. El primer tramo de la acequia está soterrado, lo que nos permite caminar muy cómodamente entre un bien estructurado bosque mediterráneo. Pasamos por la Cañada del Moro, obviando la pista que se adentra en ella y siguiendo nuestra acequia que comienza a bordear el impresionante Tajo de las Garduñas.


Tras pasar los restos de una antigua alquería, tendremos que abandonar la acequia para pasar por debajo de la misma entrando a un pequeño abrigo rocoso. De nuevo subimos al cauce de la acequia y seguimos avanzando junto al Tajo de los Halcones. A lo lejos podemos contemplar la mole caliza de la cumbre del Majalijar. Encontramos bellos rincones como cuando cruzamos el Barranco del Majalijar.

Continuamos por este sendero hasta que abandonamos la compañía de la acequia para continuar en descenso hasta llegar al prado de Las Chorreras, con un mirador donde tenemos unas vistas panorámicas impresionantes del camino trazado y de Sierra Nevada.

Continuamos y cuando la pista traza una curva a derechas, el sendero se sale de ésta y comienza a descender hasta buscar el cauce de un pequeño arroyo entre pinos y cedros. Rebasamos de nuevo el arroyo del Majalijar y desembocamos en una pista. La tomamos en ascenso a nuestra izquierda para tomar tras unoc cien metros otro camino de menor entidad que nos surge a nuestra derecha;  tras cruzar el Barranco de los Revocillos, llegamos a un sorprendente ejemplar de secuoya que no podemos dejar de abrazar.

Por un pequeño sendero entre un bosquecillo de cedros llegamos al final del recorrido en el que hemos contado con ilustres invitadas y una maravillosa niña con coletas.

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