miércoles, 1 de marzo de 2017

En el Cerro de la Encina.

Iniciamos la ruta de hoy desde Puente Verde, desde donde "los neveros" forjaron la senda que lleva su nombre a golpe de sudor, alpargatas y herraduras hasta las altas cumbres de Sierra Nevada. La ruta se llama "Los Neveros" pues antiguamente (siglo XVI hasta 1930) había jornaleros que se encargaban, con mulas y serones de esparto, de subir hasta los 2300 metros de altitud, las posiciones de nieve o neveros, y coger nieve para hacer helados, refrescos o nieve para conservas.


En el siguiente vídeo se recrea esta actividad serrana así como otros capítulos de interés en el transcurrir de Sierra Nevada.



Caminamos por el transitado Camino de la Bicha hasta la fuente que le da nombre. Los antiguos aguadores ya lo recorrían a menudo y no precisamente para controlar los niveles de colesterol.

En un derruido molino vemos una pintada que llama nuestra atención. Es cierto que una de las virtudes del senderismo es que nos levanta temprano, nos aleja del sillón, nos desconecta de la tele, anima nuestra conversación y tonifica nuestros músculos; en definitiva, nos destontiza.
Un poco más adelante arranca una cuesta muy pendiente. Con no poco esfuerzo y recomendables paradas, llegamos hasta el Camino de los Neveros. Avanzamos siempre pegados a las barranqueras que miran al Genil, rodeados de romeros y aulagas en flor,  pasando por el Barranco de la Zorra y del Contadero (se llamaba así por que los caminos se estrechaban y se aprovechaba para contar las cabezas de ganado).


Pasamos junto a las viejas y podadas viñas ancladas en un suelo rojo y aterronado. Parecen raíces negras y retorcidas pretendiendo el azul del cielo, en un mundo al revés en el que las ramas y sus hojas se escondiesen bajo tierra.
Después de un par de cuestas complicadas, en las que nunca nos caemos precisamente porque nuestra precaución compensa lo traicioneras que son, seguimos por la Cañada Real de la Cuerda. 

Dejamos a la derecha la Cañada Real de la Cuesta de las Cabras y tras alguna subida y bajada iniciamos la Cuesta del Desmayo. A unos 700 metros nos detenemos para reponer fuerzas. Un senderista da a su mochila la categoría de santos cuando sentandose sobre ella dice: "primero Dios y luego los santos". Desde allí tomamos un desvío a la derecha que nos conducirá hasta una casa en ruinas y posteriormente a una era de trillar situada en una encrucijada. Tomamos la vereda de la derecha que nos lleva hasta el Cerro de la Encina, en el Barranco de los Olivos.

Allí encontramos un yacimiento arqueológico de la Edad del Bronce que data de la segunda mitad del tercer milenio antes de Cristo y que sobrevivió hasta primer tercio del primer milenio después de Cristo. Es la colonia argárica más occidental de Andalucía, protegida por una muralla y sus correspondientes bastiones.

El caudal del Río Monachil, los pastizales, las zonas pantanosas y la fertilidad de las tierras fueron posiblemente las causas de que los pobladores de la cultura del Argar, asentada entonces en la cercana Almería, decidieran expandirse a la zona del Valle del Monachil.


Se han encontrado numerosas sepulturas con ricos ajuares funerarios, muertos que nos cuentan muchas historias de los vivos de antaño, lo que ha servido de base para establecer los rasgos generales de la estructura jerárquica, desigual y militarizada de aquella sociedad agrícola.

Seguimos bajando hasta llegar a un nuevo cruce de caminos. Tomamos el de la izquierda que nos conduce hasta la acequia de la Estrella o del Albaricoque. La seguimos a contracorriente por una vereda preciosa protegida por grandes álamos y mimbreras. El brillo del sol juega con la corriente de esta caudalosa y limpia acequia.


Y de este modo, cansados pero contentos, llegamos a la plaza del pueblo de Monachil, donde debemos sacrificarnos y esperar al autobús sentados en un barecito al sol con una cerveza y una rica tapa. ¡Qué vida tan llena de malos momentos!

2 comentarios:

Loli Rus dijo...

Me ha encantado el vídeo de los Neveros, un testimonio histórico precioso. Gracias , César.
Un abrazo a todos los senderistas. Loli Rus

Ciempies dijo...

Gracias por tus comentarios. Besos.