Ermitas y molinos de Alcudia

En esta ocasión nos acercamos al Valle del Zalabí, tierra del trogloditismo, de vides y moliendas, donde se amasa con sabiduría, dedicación y buena agua el pan y la arcilla. Lugar donde se encuentra la montaña, el valle y el desierto.

Agradecemos este paseo a Pepita y a Paco, que con mucho cariño nos han estado enseñando el lugar donde pasaron su infancia, Alcudia.

Iniciamos la mañana en el Museo Taller Tropolis, donde escuchamos un sentido audiovisual de estos parajes y recorremos la cueva convertida en museo etnológico con la ayuda de Enrique.

Después de rescatar a una senderista del cuarto de baño, iniciamos el recorrido de las ermitas y los molinos de Alcudia de Guadix. A lo largo de todo el recorrido rural contemplaremos los bonitos y variados paisajes de la vega y el pie de monte, matizado con las blancas y aromáticas flores de los almendros. Y siempre Sierra Nevada de fondo con el magnífico Picón de Jeres del Marquesado.

Subimos hasta el Mirador de San Gregorio donde hacemos la primera foto de grupo con el recorte nevado al fondo. Y hoy, día de la Mujer Trabajadora, hacemos una segunda instantánea, visualizando ahora a las senderistas, mujeres que a lo largo de su vida han dado sabios pasos y abierto mil caminos con esfuerzo y sin permiso. Mi más sincera admiración.

Bajamos al pueblo pasando por el Barrio de San Gregorio tras serpentear por chimeneas que nos cuentan que bajo tierra hay más de un hogar. Bordemos la Iglesia de la Anunciación (S. XVI) y ascendemos por el Barrio de Buenaventura hasta la ermita del mismo nombre, la del patrón del pueblo, insigne santo que fue profesor de la Sorbona de París y autor de importantes tratados.

Por el Callejón de la Plaza y la calle de los Huertos bajamos hacia la vega, atravesando la rambla de Aldeire. Por la linde de una desnuda chopera, en el paraje del Molino de Vitos, llegamos hasta Río Verde, un tímido cauce que solo lleva aguas cantarinas cuando la sierra le regala nieve fundida.

Por el camino del río, donde las mimbreras están en flor, llegamos hasta la Tejea del Zalabí donde tomamos un refrigerio sentados junto al nacimiento de agua. Es una obra hidráulica del periodo andalusí que permitía captar el agua del acuífero.

Nos metemos en la rambla del Río Verde y la atravesamos, subiendo por un camino rodeado de almendros a los que no les cabe una sola flor más. Llegamos así a la Ermita del Zalabí.

Seguimos por una vereda entre almendros florecidos con la Sierra al fondo. Nos desviamos a la izquierda por un olivar y cruzamos de nuevo el Río Verde, ahora con un hilo de agua. Continuamos a la derecha por el camino del río, donde las hojas de los saúcos empiezan a despuntar. Alguien recuerda un juguete de infancia que se hacía con los troncos secos y huecos de este arbusto, los trabucos.

Abandonamos el camino a la izquierda para visitar el Molino de Pepe el Torillo, en uso hasta hace pocos años. Ahora estampas de santos añoran el sonido de las piedras en movimiento.

Cogemos el Camino del Castañar hacia el pueblo, pasando por molinos convertidos en viviendas como el de Federo con su veleta de gallo o el de Miguel.

Cuando nos encontramos con el único castaño de los muchos que daban nombre a este paraje, ascendemos a la derecha pasando junto a las coles del Molino Patoje. Llegamos así a la Ermita de Ánimas. 

Desde allí contemplamos Alcudia, Exfiliana y Guadíx. Ya solo resta bajar hacia la rambla de Alcudia que nos llevará hasta el complejo de turismo rural de las Cuevas del Tío Tobas donde finaliza nuestro recorrido.

Y aprovecho para mostraros esta foto que me manda Jose que sigue caminando ahora por esos montes catalanes. Aquí flipando en el punto más alto del Montseny.