miércoles, 22 de marzo de 2017

Los Cahorros y el camino del río.



Con el grupo de Senderismo Buenos Aires, hoy, Día Internacional del Agua, nos acercamos al río Monachil. Recorreremos el maravilloso desfiladero de los Cahorros, al que accedemos por una nueva ruta, por el Camino del Río.

Y además de caminar, ponemos a prueba nuestro equilibrio y el estado de nuestras bisagras. Y os otorgo un sobresaliente como intrépidos exploradores.

Para conmemorar la importancia del agua en su día, elegimos el Río Monachil, a su paso por Los Cahorros, por su transcurrir encajonado a través de un impresionante valle, por encontrarse dentro del Parque Natural de Sierra de Nevada y por estar lleno de elementos emocionantes.

Los “cahorros” hacen referencia a las zanjas blanquecinas labradas por el agua que baja torrencialmente por las laderas muy pendientes de este cañón.  Disfrutaremos del paisaje, contrastando la húmeda umbría del cañón con los áridos y descarnados canchales de los Cahorros altos.

El cañón de Los Cahorros es uno de los mayores atractivos del municipio de Monachil. Es una zona de media montaña de materiales calizos, lo que da lugar a formaciones abruptas y muy erosionables a las que se agarran las plantas rupícolas. Lo más típico del recorrido es el puente colgante de 63 metros de longitud y más de cien años de antigüedad.

Nosotros partiremos andando desde el pueblo por la Calle Huenes hasta tomar una nueva y preciosa vereda llamada Camino del Río. Mimbreras, sauces, tarajes y otros árboles de galería se encargan de verdear el escenario; el trino de los pájaros de ribera y el fluir de las frías aguas del río son la banda sonora, una sinfonía siempre igual, siempre diferente.


Pasamos por la derruida Central Hidroeléctrica de "La Trola". Estuvo funcionando hasta la década de los 60 en la que un movimiento de tierras provocó su cierre. Hoy día es una ruina que la naturaleza va mimetizando con el entorno.

Un poco más adelante llegamos a la Central Hidroeléctrica de "Tranvías". Fue inaugurada en 1907 y suministraba electricidad al tranvía de la Sierra. Posteriormente fue adquirida por el Ayuntamiento de Monachil y, tras su restauración, puesta a funcionar en 1991.



Con el corazón sobresaltado por tal belleza (y por los grandes peldaños que debemos ascender en el tramo final tras atravesar unos pequeños puentes), llegamos al emblema de esta ruta, el gran puente colgante. Lo atravesamos con respeto, de cuatro en cuatro, disfrutando de las sensaciones que en nosotros despierta.

Nos adentraremos en el cañón de Los Cahorros. Disfrutaremos de los espectaculares tajos verticales, los angostos pasos de piedra, la riqueza ecológica del entorno, de la Cueva de las Palomas y del caudaloso río. Caminamos sobre una acequia que discurre junto al río.


En este tramo de la ruta hay momentos en los cuales el trayecto se vuelve entre divertido y complicado; de vez en cuando hay unas anillas en las paredes donde nos sujetaremos para hacer frente a lo estrecho del sendero. Tendremos que ir a gatas o arrastrar el trasero. Pero siempre encontraremos una mano amiga.

Llegamos así a las Azuleas donde repondremos fuerzas bajo el vuelo nupcial de las chovas piquirrojas.

Un grupo cruza el río e inicia la subida por el Barranco de las Revueltillas. La ancha pista la abandonamos tomando una vereda más estrecha a la izquierda dirección Monachil. A este punto llegará otro grupo tras seguir adelante y cruzar por el puente de Las Chorreras.

El paisaje es gris claro, morrenas fruto de la degradación de las calizas y las dolomías. Los espartos y las aulagas enraízan en estos suelos degradados. Dominamos el cañón de los Cahorros desde lo alto, como si fuésemos chovas sobrevolando el entorno. Las rocas erosionadas presentan contornos caprichosos. Uno de ellos se asemeja a un gigante frotándose las manos tras devorar a un incauto senderista.

Pasamos bajo un viejo cortijo equilibrista de estas laderas y llegamos al punto más alto del recorrido. Solo resta bajar hasta unas antiguas eras de trillar, desde donde nos despedimos de este valle, y continuar el descenso hasta el pueblo de Monachil.

Hoy nos acompaña Miguel que a partir de ahora cuidará de que no perdamos el paso.

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