miércoles, 26 de abril de 2017

El Torreón de los Moros de Durcal.


Esta ruta nos guía por el entorno del pueblo de Durcal. Nos acercamos a dos puntos muy significativos de esta localidad: los Baños de Urqizar y el Peñón de los Moros.

Comenzamos a caminar en la Ermita de San Blas que fue construida a finales del S. XVIII a las afueras del pueblo en el Camino Real que desde Granada conducía hacia la Alpujarra. En ella encontramos al patrono de Durcal, san Blas y al de los agricultores, San Isidro.


Comenzamos a bajar por la Camino Pensamiento. Nos va alejando del pueblo; las casas van siendo sustituidas por huertos, nogales, olivos, chumberas y cerezos. El murmullo de las acequias y el trino de los pájaros ponen la banda sonora. Al fondo ya vemos el Peñón de los Moros, como una seta petrificada en lo alto de un monte.

Pasamos bajo la autovía y, tras un par de requiebros del camino siempre en descenso, aparece al fondo el pueblo de Conchar. A la izquierda el profundo Barranco del Baño donde una gran acequia dibuja un trazo sonoro.

Nos desviamos a la izquierda para bajar a los Baños Grandes o de Vacamía. Los encontramos pegados a la ladera, rodeados de chopos. En una alberca el agua burbujea desde el fondo. Tras meter las manos en las templadas aguas, retornamos al camino y bajamos hacia los Baños Chicos.

Nos detenemos para reconocer los trevertinos de la ladera de enfrente, deposiciones de carbonato calcico sobre restos vegetales que dan lugar a formas caprichosas y delicadas.

Y llegamos a los Baños Chicos. En los puntos de las rocas donde chorrea el agua se producen fosilizaciones calcáreas blandas en las que crece una planta especial de estas zonas, el culandrillo de pozo, un indicador claro de umbría y calidad de las aguas.

El agua viene de la sierra de Nigüelas que, a su vez, la recoge de los cauces subterráneos de Sierra Nevada procedente del deshielo. La cualidad termal (25 grados), indica que antes de aflorar ha tenido que pasar por capas del subsuelo situadas en cotas muy profundas, a más de 2.000 metros bajo el nivel del mar, para después ascender de forma rápida hasta encontrar el lugar por donde emergen tras un viaje de unos 30 años.

Comenzamos a ascender por una vereda estrecha y empinada. Pronto llegamos a un cruce; a la izquierda nos llevaría a Cozvijar, por lo que nosotros seguimos subiendo hacia la derecha. Por una senda muy bonita donde conviven los espartos con matorrales en flor, seguimos subiendo. Vemos el salto de agua donde el Arroyo de la Alcaza le regala su agua al río Durcal, así como las atalayas de Conchar y del Marchal.


En lo alto del cerro encontramos unos bancales con almendros. Lo vamos bordeando hasta encontrarnos en el Peñon de los Moros (794 metros de altitud). Nos acercamos al aljibe, a los restos de las murallas y al torreón. Se trata de fortín con aljibe, torre y pasadizo que desciende hasta el río, posiblemente de época nazarí por la cerámica allí encontrada. Esta fortaleza dominaba una vasta extensión del Valle de Lecrín y el paso medio del río Dúrcal.

Esta construcción fue una de las destruidas durante los primeros años de la conquista cristiana, quedando de ese modo relegada de los acontecimientos que ocurrieron en décadas posteriores y perdiendo su valor militar


Los restos de la torre, que se muestra como una seta de piedra, se conservan gracias a que ha sido recalzado su núcleo central, con ladrillo enfoscado de cemento, ya que se encontraba completamente socavado por las cuatro caras, quedando el tapial en voladizo por todos sus lados. El estado general de conservación de este lugar tan emblemático en la memoria colectiva de los durqueño es malo y carece de declaración específica.


Después de reponer fuerzas, descendemos hacia Durcal bordeando el cerro hasta llegar al Camino Pensamiento. De camino a esta localidad nos desviamos a la izquierda por una vereda que asciende paralela a una acequia.

Llegamos hasta la Fuente que Alfonso Puerta Calvente, hijo de Durcal y farmacéutico prestigioso, hizo en honor a los trabajadores del pueblo en 1933.

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