miércoles, 20 de septiembre de 2017

El agua es más que abrir el grifo.

Comenzamos a recorrer los pueblos de la provincia para charlar sobre el agua, su importancia y la necesidad de proteger este preciado recurso. Cada vez que abrimos el grifo, el ruido del chorro de agua nos cuenta muchas historias.


Hoy estuvimos en Cuevas del Campo, una localidad situada en el noroeste de la provincia de Granada, dentro de un enclave excepcional entre parques naturales. Y para hacer justicia a su nombre, cuenta con numerosas casas cuevas excavadas en tierra arcillosa, en las que vive una buena parte de la población.

Al final comenzamos a charlar animadamente con las mujeres presentes. Miento, también participó un hombre; la excepción que confirma la regla de que, a determinadas edades, las mujeres son mucho más curiosas, participativas y abiertas a aprender cosas nuevas.


En relación con lo sencillas que son ahora las cosas, una señora muy simpática contaba que, cuando era niña, un señor siempre se quejaba de haber dado esa mañana muchas vueltas a la chimenea de su casa cueva. Como no había baño, salía fuera a hacer sus necesidades e intentaba ocultarse tras la chimenea de la casa, que asomaba en mitad del monte. Pero si se agachaba por un lado, por ahí aparecía alguien, y así, con los calzones medio bajados y en cuclillas iba dándole vueltas a la chimenea. Y lo peor es que, si no te habías llevado los pelos de las panochas, debías buscar una piedra que no hubiera sido utilizada por otra persona. Y si te equivocabas y cogías un terrón de tierra...

Ahora nos parece un relato imposible, en estos tiempos en los que si es una realidad que atoramos las canalizaciones con toneladas de toallitas higiénicas. Es lo que ocurre con gentes de culo delicado y escasa conciencia cívica.

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