miércoles, 23 de mayo de 2018

El Río Durcal y sus puentes


Nos acercamos al vergel del Río Durcal, a sus ricas vegas y al magnífico bosque de galería que lo custodia. Y nos fijaremos en los puentes que, en distintos momentos de la historia, han trazado perpendiculares para comunicar sus márgenes.

La presente ruta sigue, prácticamente desde su inicio, la acequia Mágena o Mágina que sigue el curso del río Durcal hacia lo alto del valle. Es un paseo fresquito de dificultad baja.


Comenzamos en el Los Mondarinos, emplazamiento así llamado por un restaurante ya cerrado. Pasamos bajo la carretera dirección al instituto Valle de Lecrín.  Nada más comenzar llevaremos un cantarín acompañante a nuestra vera: la acequia Mágena. Bajamos por la Cuesta de la Fidea; a nuestra derecha el valle encajonado del río Dúrcal y a nuestra izquierda el famoso Puente de la Lata, primo lejano de la Torre Eiffel.


La Cuesta de la Fidea desemboca en un carril de tierra que discurre paralelo al río. Lo tomamos hacia la izquierda, siguiendo el transcurrir del río. Iremos cruzándolo en varias ocasiones por puentecillos más o menos consistentes. Caminamos por una vereda fresca rodeada de una exuberante vegetación.


Los grandes álamos parecen querer alcanzar la altura de los puentes bajo los que pasamos. Primero bajo el Puente de Piedra o de Isabel II construido en la segunda mitad del siglo XIX como parte de la nueva carretera que enlazaba Granada y Motril. Luego nos encontramos bajo el famoso Puente de Lata o de Hierro, de principios del Siglo XX. Fue construido en Bélgica e instalado primero en Gor y luego en Durcal para que pasase el tranvía eléctrico.

Finalmente llegamos al modesto y encantador Puente Medieval que pareciese que se lo estuviese tragando el suelo. Un puente de un solo ojo abandonado hasta por el río.


Desandamos nuestros pasos ahora a contracorriente del Durcal. Tras tomarnos un refrigerio llegamos, entre huertas y coplas del río, a la Poza de la Pileta o Pipa, donde coinciden el cauce del río Durcal y el Barranco de la Rambla.

A partir de aquí estamos en los límites del Parque Natural de Sierra Nevada. Nos adentramos un poco por esta rambla arañada por el agua.  Subimos unos altos escalones entre cipreses para alcanzar una vereda que, a media ladera, nos conduce de regreso a Dúrcal.


La acequia y la grata conversación nos acompaña de nuevo, ahora de regreso.

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