domingo, 13 de mayo de 2018

Mudando la piel.



Cuando estamos en un entorno natural debemos aprender a caminar con el corazón un  poco sobresaltado, intentando percibir sensaciones que están ausentes en nuestras ciudades.

Buscar ese propósito es abrir de par en par las ventanas de nuestros sentidos: mirar, escuchar, oler y tocar.

A nuestro alrededor multitud de estímulos nos cuentan; de nosotros depende ser permeables a las sorpresas que nos provocan.

Las agresiones sensoriales de los barrios en los que vivimos crean durezas en la piel. Rozandonos con la naturaleza conseguimos mudarla.

Es lo que hemos pretendido con estos niños y niñas en el Nacimiento del Darro (Sierra de Huetor).

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