miércoles, 12 de diciembre de 2018

Ruta 11. El Gollizno.


Esta preciosa ruta que caminamos transcurre por las Sierras de Moclín y del Marqués, por sus pasillos montañosos labrados por el río Frailes o Velillos, por sus valles donde irrumpen masas calizas erosionadas caprichosamente por el agua.

Esta ruta se conoce como de la Hoz del río Velillos o del Gollizno, que significa estrechamiento de un paraje natural.


Las tierras de labor, tan antiguas como sus centenarios olivos, se alternan con pinares de repoblación y manchas de bosque mediterráneo. La vegetación de ribera se encajona entorno al río y las rupícolas se funden con las rocas de las abruptas laderas. Aparecen cuevas por todas partes en cuyos salientes uno puede imaginar a sus antiguos habitantes asomándose al valle. Los travertinos dan un aspecto mágico a algunos rincones del valle.


Caminamos veredas que han sido trazadas desde antaño por el paso de diferentes culturas; han dejado su impronta en los numerosos yacimientos arqueológicos que pueblan su geografía. La Prehistoria nos dejó “El Santuario Andaluz del Neolítico” (Cueva de Malalmuerzo) y numerosas pinturas rupestres repartidas en las cavidades de sus sierras. Nos acercamos a ver, con cierta imaginación,  alguna de ellas.


Comenzamos en Olivares, en el barrio alto situado junto al Barranco de Los Piñares. Nos encaminamos al río Velillos, a la conocida vereda del Gollizno.  Tras pasar por una central eléctrica y por la fuente de la Buena Ventura, nos adentramos en los "Tajos de la Hoz", garganta natural excavada por el constante fluir de las aguas.


Pasamos por un puente colgante sobre la balsa de regulación de la acequia que conduce el agua del Velillos a la central eléctrica. Tras caminar por una vereda junto al río tapizada de otoño, comienza una intensa pendiente que trepa serpenteante la ladera.

Pasamos por un par de bonitos miradores desde los que contemplamos el gollizno, las atalayas de la última frontera  y los pueblos que conformaban el granero de Granada. Llegamos a la curiosa Fuente de Corcuela donde nos detenemos para un "buen almuerzo".


Desde allí nos dirigimos a Moclín, siempre en moderado ascenso. Algunos senderistas visitan un abrigo con pinturas rupestres; otros trepan a un bonito mirador hacia Olivares y la garganta del Velillos.


En Moclín, con el castillo en lo alto,  nos paseamos por la Ermita de San Antón, el Pósito y la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación donde visitamos el célebre Cristo del Paño.


Terminamos comiendo y cantando en Tozar, para desear así una feliz Navidad a l@s senderistas de Buenos Aires.


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