En la madurez cuando, después de muchas experiencias y esfuerzos valientes, descubres que vales la pena y te enamoras un poco de ti, comienzas a disfrutar del “aquí y ahora” y a tomar las riendas de tu vida. Pero ¿y si nos empiezan a enseñar esto en la escuela?
En multitud de centros la educación emocional forma parte del plan de centro de forma transversal. Se han dado cuenta de que tan importante es el aprendizaje cognitivo como ser capaz de conocer y gestionar una emoción, porque solo se puede aprender lo que se siente. El objetivo fundamental es que los niños y las niñas no se sientan perdidos o poco valorados.
La educación emocional mejora la convivencia, las habilidades sociales y emocionales, así como las conductas y los resultados académicos.
Los niños y niñas aprenden más y mejor, pueden desarrollar un buen nivel de autoestima, tienen conductas saludables, positivas y optimistas, son capaces de superar sin dificultad sus frustraciones, son más empáticos, asertivos y resilientes. En definitiva, gente más feliz.
Y este es el primer paso para conseguir una adecuada coeducación, un crecimiento en igualdad de género y la prevención de las conductas que derivan en violencia machista.
Primero hemos visitado el Planeta Emoji con los niños y niñas de 1º y 2º de E. Primaria. Después de una introducción donde nos dejamos llevar por las emociones y realizamos un bote de los gritos y un tarro de la calma, realizamos distintas actividades con los emoticonos como protagonistas: emociones en línea, memoria emocionante y emociones con mimo.
Con Segundo Ciclo de Primaria desarrollamos la actividad Ni más ni Menos. Tras una introducción en la que elaboramos un marcapáginas, se realiza un circuito con cinco estaciones donde, por grupos, los niños y las niñas van realizando distintas tareas domésticas. Tendrán que demostrar su autonomía y su capacidad de cooperar, sin caer en la tentación de encasillarse en los roles establecidos.
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