
A medida que realizo teatros de guiñol, comprendo mejor a
Gepeto. Habitualmente yo interpreto delante del escenario y mi compañero Oscar da vida a las marionetas con la magia de sus manos y la gracia de su voz.

Al principio, cuando entablaba conversación con los títeres, no podía evitar mirar de reojo al agazapado titiritero. Pero poco a poco, las marionetas adquieren alma propia y el manipulador desaparece. Y yo hablo a las marionetas; no podría ser de otro modo. Están vivas y cada una tiene su manera de ser, sus bondades y miserias. Tal vez están apropiándose de trocitos del alma del manipulador.

Hoy, en el Día del Libro, Ciempiés hace un sentido homenaje a sus títeres, ya sean más o menos elaborados; y les damos las gracias por hacer pasar tan inolvidables ratos a los niños y niñas que se ríen con ellos.
Y como es el cumpleaños de mi padre, le mandamos un fuerte abrazo. Todos hemos sido marionetas que los padres manejan y sostienen con cariño, marionetas que crecen al tiempo que sus manipuladores les van cortando las cuerdas, siempre en el momento adecuado y con la delicadeza de quien enseña a volar a un pájaro.

Títeres libres que en ocasiones desearían que sus padres sostuviesen sus brazos, dirigiesen el movimiento de sus pies con la seguridad de que jamás podrás tropezar.
Un beso Papa.
Por si tu papá no está al loro, un enorme abrazo CESAR.
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