



Nos desviamos a la izquierda para bajar a los Baños Grandes o de Vacamía. Los encontramos pegados a la ladera, rodeados de chopos. En una alberca el agua burbujea desde el fondo. Tras meter las manos en las templadas aguas, retornamos al camino y bajamos hacia los Baños Chicos.
Nos detenemos para reconocer los trevertinos de la ladera de enfrente, deposiciones de carbonato calcico sobre restos vegetales que dan lugar a formas caprichosas y delicadas.
Y llegamos a los Baños Chicos. En los puntos de las rocas donde chorrea el agua se producen fosilizaciones calcáreas blandas en las que crece una planta especial de estas zonas, el culandrillo de pozo, un indicador claro de umbría y calidad de las aguas.
El agua viene de la sierra de Nigüelas que, a su vez, la recoge de los cauces subterráneos de Sierra Nevada procedente del deshielo. La cualidad termal (25 grados), indica que antes de aflorar ha tenido que pasar por capas del subsuelo situadas en cotas muy profundas, a más de 2.000 metros bajo el nivel del mar, para después ascender de forma rápida hasta encontrar el lugar por donde emergen tras un viaje de unos 30 años.

En lo alto del cerro encontramos unos bancales con almendros. Lo vamos bordeando hasta encontrarnos en el Peñon de los Moros (794 metros de altitud). Nos acercamos al aljibe, a los restos de las murallas y al torreón. Se trata de fortín con aljibe, torre y pasadizo que desciende hasta el río, posiblemente de época nazarí por la cerámica allí encontrada. Esta fortaleza dominaba una vasta extensión del Valle de Lecrín y el paso medio del río Dúrcal.

Esta construcción fue una de las destruidas durante los primeros años de la conquista cristiana, quedando de ese modo relegada de los acontecimientos que ocurrieron en décadas posteriores y perdiendo su valor militar
Los restos de la torre, que se muestra como una seta de piedra, se conservan gracias a que ha sido recalzado su núcleo central, con ladrillo enfoscado de cemento, ya que se encontraba completamente socavado por las cuatro caras, quedando el tapial en voladizo por todos sus lados. El estado general de conservación de este lugar tan emblemático en la memoria colectiva de los durqueño es malo y carece de declaración específica.

Después de reponer fuerzas, descendemos hacia Durcal bordeando el cerro hasta llegar al Camino Pensamiento. De camino a esta localidad nos desviamos a la izquierda por una vereda que asciende paralela a una acequia.
Llegamos hasta la Fuente que Alfonso Puerta Calvente, hijo de Durcal y farmacéutico prestigioso, hizo en honor a los trabajadores del pueblo en 1933.
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