
A pesar de los calores impropios de mayo, hemos disfrutado de un sendero primaveral que nos permite atravesar el
Parque Natural de la Sierra de Huétor por zonas rocosas y bosques de pinos y encinas. A lo largo del recorrido de una docena de kilómetros, hemos ido parando en distintos miradores para contemplar el paisaje moldeado por el agua; las manos de la naturaleza moldean cerros, cuevas, majadas y valles a los que nos afanamos en ponerles nombre.
Gran parte del recorrido lo realizamos por un antiguo camino de herradura; podemos imaginar a los arrieros caminando al ritmo de los cascos de sus mulas.
El sendero comienza muy cerca de la casa forestal
Los Peñoncillos. Antes de llegar a ella cogeremos una pequeña vereda que nos conduce al corazón del Parque Natural Sierra de Huétor a través de un fantástico pinar de repoblación donde destaca el pino resinero. Y pretendiendo el cielo se empinan los gamones en flor.

Nos adentramos en una zona denominada
El Jardín, en la que el pinar clarea y cede terreno a las encinas; en el sotobosque se entremezclan tomillos, romeros, jaras, agracejos, mejoranas y enebros.

Tras pasar la
Loma de los Corrales dejamos a la izquierda del camino unas viejas construcciones ganaderas. Continuamos caminando hasta el mirador de la
Zarraca, donde intuimos Sierra Nevada tras la calima.
Seguimos dirección norte atravesando nuevos barrancos y majadas; paramos en el mirador de Los Mármoles y nos desviamos unos metros al del
Polvorite. En frente el
Cerro del Corzo coronado por una caseta de los forestales.

Al llegar a un cruce de caminos seguimos la vereda a la izquierda, siempre en descenso por la umbria. Cruzamos un arroyo seco y conectamos con la pista forestal de
Polvorite. Pronto nos volveremos a desviar a la izquierda siguiendo la indicación de
La Cañada del Sereno.

Descenderemos por una zona de gran riqueza vegetal. Nuestro camino discurre entre pinos negros, laricios y silvestres hasta llegar junto a la base del
Cerro del Púlpito.

Estamos ante una mole de roca caliza a modo de pirámide de 1.426 metros de altura, que comparte grandeza con el
Cerro de Garay, a la derecha, y con el
Calar de los Mármoles, a nuestra izquierda. Nos detenemos en una explanada tapizada de flores para tomar aliento y un refrigerio.

Rodeamos el
Púlpito y continuamos bajando hacia la
Fuente de la Teja. Allí paramos para refrescarnos; el monte rompe aguas para parir al río Darro.
Descendemos por la pista acompañados por alisos, sauces, álamos, juncos.

Y así, llegamos hasta el
Barranco de las Tejoneras donde la pista gira hacia el este, ahora en moderada subida. Y alcanzamos el mirador de las
Veguillas, lugar desde el que podremos contemplar
el barranco del Darro.
La pista nos lleva de nuevo a
Los Peñoncillos.
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