No vivimos en una ciudad dormitorio, habitamos un pueblo que conserva retales de su historia, en un espacio que debe ser recuperado para el juego, en unas calles y barrios de los que todos somos responsables.
Así, por ejemplo, recorremos Churriana de la Vega, acercándonos a su patrimonio y trabajando distintos aspectos del medio ambiente urbano, sin olvidar que nuestras ciudades deben ser solidarias, minimizando al máximo las barreras arquitectónicas.
Aprovechamos para pedir que, de una vez por todas, se restauren para su visita, los baños árabes situados en la frontera de este pueblo con su Vega. Son joyas que debemos poner en valor.
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