En ocasiones es muy complicado describir la belleza de una ruta. No valen palabras, no valen imágenes... solo tiene sentido si has estado allí, disfrutando del macro y micro paisaje con todos los sentidos sobresaltados.

Hoy el recorrido ha transcurrido por la Sierra de la Almijara, nombre árabe que significa "escurridero"; alude al modo en el que se desparrama el agua por estos barrancos en su viaje desde las montañas al mar. Hoy nieve.
Partimos desde el Mesón Los Prados situado en la Carretera de la Cabra. Echamos a caminar por una pista forestal que deja a su derecha la Granja Escuela Huerto Alegre.
Pronto nos encontramos con una joya botánica, la masa forestal de roble melojo situada más al sur de la península. Sus hojas lobuladas tapizan el suelo congelado y en las ramas destacan las barbas formadas por líquenes colgantes.
Llegamos al Cortijo Los Prados donde nos saludan con inquietos brincos unos potrillos. Continuamos por la pista forestal pasando junto a abrevaderos para el ganado; prados, donde el marrón y el blanco se trazan paralelos, nos explican el por que del nombre de este cortijo.
Llegamos al lugar donde se encontraba el famoso Pino de las Cinco Ramas. No fue flexible ante las acometidas de la Borrasca Ana y terminó arrancado de raíz. Nos encontramos en el límite septentrional del Parque Natural Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama. Contemplamos la frontera entre las provincias de Granada y Málaga, donde destaca Cabañeros, Piedra Sillada, el Salto del Caballo, el Lucero o Raspón de los Moriscos y la Sierra de Tejeda. Bajo nosotros el valle del Río Almijara. Las masas arbóreas de encinas, quejigos y pinares se alternan con zonas peladas de tonalidad clara: las arenas dolomíticas fruto de la erosión de las rocas que conforman estas sierras.


Comenzamos a bajar por el cortafuegos para, pronto, desviarnos a la izquierda por una preciosa vereda. Va serpenteando entre un bosque de robles melojos maquillados con nieve. Desemboca en el camino que conduce a Los Prados, a la altura de los primeros abrevaderos.
Mis valientes senderistas han dejado huella en esta sierra. Algunos en zapatillas de deporte y otros con unos extraordinarios y plegables bastones artesanales. Un placer.
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