Alrededor del rincón del mundo donde reposaba tu amocafre, la vida fluye y te recuerda. Si sentado en el viejo tocón mirases al frente, verías niños fascinados ante las historias del Pocero y no podrías disimular una sonrisa.
Si volvieses la vista, te sentirías orgulloso de tu Conchilla conduciendo con pericia su tractor y tantas otras empresas. Estoy seguro que al pasar a la vera de tu recuerdo, ella añora alguna que otra reprimenda disfrazada de consejo bronco y a la vez entrañable.
Al regresar de Churriana contemplarías el cortijo entre las flores blancas de los frutales. La vida brota y te recuerda.