Bodegón

En el aula de pintura de la Ludoteca la Huerta, Raquel propuso la elaboración de un bodegón. Sobre el mantel dispusimos elementos propios de estas composiciones, pero se nos coló un duendecillo de pelo blanco y mirada misteriosa, un duende de la primavera.








Los bodegones salieron muy bien. Los artistas realizaron primero bocetos con carboncillo y luego dieron color mediante la técnica del pastel; una vez aplicado se difuminaba con la yema del dedo.

Nuestro amigo Luis

En días en los que el paso del tiempo es más evidente, es bonito echar la vista atras y recordar a la buena gente.

Siempre, cuando llega la primavera, Ciempatas se acuerda de Luis, cuya sonrisa era como las flores de las habas: de aroma leve pero agradecido, blancas pero con un punto negro retranca.

En la foto nuestro amigo posa junto a Ester y a Luci, cuya gran sonrisa incondicional tambien añoramos.

El Torreón de Albolote

Los senderistas Buenos Aires tienen la saludable manía de subir cerros para alcanzar cielos ya rozados por civilizaciones anteriores; en esta ocasión subieron al Torreón de Albolote y a la Ermita de los Tres Juanes, ambos enclaves situados en el conjunto de sierras que conocemos como Sierra Elvira. En mitad de la Vega encontramos esta sierra, un horst tectónico provocado por un cercano punto caliente. Vamos, una berruga de los más coqueta. Nos sorprende un bosque mediterráneo diverso, fósiles de organismos marinos que vivieron su historia hace más de 150 millones de años, caracoles y mariposas exclusivos de estas sierras y un laboratorio de geología y geomorfología que cualquier tratado de estas disciplinas envidiarían.


Hemos caminado por la zona Este, la más escarpada, aunque con picos de menor altitud. Las principales cimas son el Tajo Colorao (874 m), la Atalaya o Torreón (886 m) y la Ermita de los Tres Juanes (861 m). La parte Oeste, que a lo largo del recorrido nos ha servido de telón de fondo, los relieves son más suaves pero con una mayor altitud, como el Morrón de la Punta (1045 m), Elvira o Morrón de Enmedio (1102 m) y el Cerro del Piorno (1082 m). Las áreas se encuentran unidas por el Collado de los Pinos.



Partimos de El Chaparral desde donde nos dirigimos, entre olivos, a la ladera del cerro del Torreón. En las tierras de labor encontramos collejas; esas humildes plantas se convierten en el ingrediente mágico de las mejores tortillas. Desde allí cogemos una vereda estrecha que hace frontera entre el secano y la umbría mediterránea de la sierra (Albolote procede de un vocablo árabe "Al-bolot" que significa encinar). Al principio el desnivel es pequeño, pero cuando nos adentramos entre los pinos la pendiente pesa en las piernas.


Llegamos a la Placeta de la Reina, donde, tras tomar un respiro, echamos a caminar por el carril que conduce al Torreón.

Desde allí las vistas son sensacionales y nos pararemos para tomarnos nuestro refrigerio. Nos hemos detenido junto a un torreón árabe del siglo XIV. Esta atalaya servía para comunicar a toda la Vega de Granada, incluida la propia ciudad de Granada, los movimientos de tropas desde los pasos fronterizos.


Bajamos por el Collado de los Pinos y nos detenemos unos minutos en un cortafuegos donde buscamos indicios de nuestro pasado oceánico, fósiles de anmonites. Caminamos junto al Tajo Colorao y de ahí subimos a la Ermita de los Tres Juanes. En la bajada ponemos a prueba nuestras rodillas.

Y nos dirigimos a Atarfe, dejando atrás una sierra en la que los árabes vieron en su perfil la silueta de un ave iniciando el vuelo por lo que la llamaron llamaron Al-Ukab o Sierra del Águila.

Los lirios

El segundo sábado del taller de pintura de la Ludoteca la Huerta, Raquel acercó las obras de arte de Van Gogh a sus pequeños artistas, viendo algunas de sus pinturas más conocidas e interpretando una de sus obras más famosa "Los Lirios". Era una buena manera de dar la bienvenida a la primavera. Mediante múltiples pinceladas de colores y fundiendo unas con otras, vamos creando el motivo de nuestra obra, tal como hacía Van Gogh.


En la segunda parte del día y para aprovechar el sitio tan bonito en el que damos el taller, salimos al parque y, mediante la técnica de acuarela, pintamos los columpios del parque, en nuestro cuaderno de dibujo.

El Torcal

Los senderistas "Buenos Aires" se han ido a caminar más allá de la frontera de nuestra provincia. Con la intención de mandar a la porra (antequerana)la monotonía y de poner a raya los molletes (de antequera), se han marchado hasta el Torcal.


En el Paraje Natural Torcal (Antequera) han disfrutado de una de las muestras más impresionantes de paisaje kárstico de toda Europa. Este entorno debe su nombre a las dolinas o torcas, unas curiosas formaciones rocosas circulares. Estas calizas se formaron bajo el mar hace más de 150 millones de años; la acción lenta pero continuada de la lluvia, la nieve y el viento sobre este material han moldeado este característico paisaje.


Dos rutas invitan a perderse por esta ciudad de piedra adornada con el verde de la vegetación rupícola y sobrevolada por el majestuoso buitre leonado. El camino que parte del centro de visitantes Torcal Alto, conocido como ruta verde, es donde las formas kársticas son más espectaculares. En este lugar, el visitante debe dejarse llevar a lo largo del Callejón Oscuro o del Callejón del Tabaco, ejemplos de la multitud de pasadizos originados por el hundimiento de las fracturas del terreno. Las rocas son aquí una colección de esculturas naturales, algunas con formas familiares, como el Tornillo, el Sombrerillo, el Cáliz o el Dado, entre otras muchas que esperan ser definidas por la imaginación de quienes las recorran.

La "belleza" de lo pocho

Hoy en Proyecto Integrado hemos estado cerrando una serie de experiencia realizando los últimos controles. Con un par de guantes y haciendo de tripas corazón, nos dispusimos a percibir la belleza de lo pocho, a apreciar como la materia orgánica sufre sorprendentes transformaciones y a concebir la podredumbre como la esencia del ciclo de la vida. Vamos, que ¡a remover mierda!


Por un lado abrimos las pacas donde cultivamos el Pleurotus ostreatus para determinar el grado de proriferación de la hifa una vez que se había detenido la producción de setas. Desde uin punto de vista cualitativo observamos los cambios que un trozo de pan había sufrido en distintas condicones de humedad, aireación y pH.





Y en relación con las experiencias de vermicompostaje determinamos el estado de las lombrices en los distintos sustratos y cuantificamos la evolución de la población de Eisenia andrei en la litera piloto. Nos dejamos los ojos buscando y contando lombrices.




En ocasiones comprendería que me mandaran a hacer puñetas. Las imágenes dan fe de ello.

En la ludoteca cabemos todos

La ludoteca del Parque Gracia Lorca La Huerta, se convierte los martes por la tarde en una zambra llena de duende. Y es que se imparten clases de bailes regionales para adultos. Las alumnas de Charo, maestra con muchos años de experiencia en el arte de transmitir nuestro folclore, están aprendiendo en bailes de diferentes provincias andaluzas: La Reja, Cachucha (Granada), Tanguillos de Jerez (Cádiz), La Farruca, Cuatro Muleros (Córdoba), Rumbas, Sevillanas, etc.

Además de soltarse en estos asuntos del bailoteo, las alumnas hacen ejercicio, rompen la rutina diaria y echan unas risas. Las clases se están impartiendo en horario de 19:00 h.a 20,30 h. ¡Anímate y ven a echarte un baile!

Talleres de cocina

En nuestra labor de apoyar a las actividades que realiza la Escuela Municipal Infantil Belén, al tiempo que papas y mamas realizaban una serie de talleres de cocina dinamizadas por los excelentes cocineros de la escuela, nosotros nos poníamos manos a la masa con los más pequeños.





Con las manos bien lavaditas, nuestros cocineros y cocineras realizaron deliciosas brochetas de fruta. Las adornaron con chocolate y caramelo líquido y con una pizca de azúcar vainillada.



También elaboramos una refrescante limonada con hierba buena a la que añadíamos unos pedacitos de cáscara de limón previamente triturada.



Otra receta que pusimos en práctica son los pastelitos de barro. Os damos la receta:






Derretimos 175 g. de mantequilla y le añadimos una cucharada de cacao y 125 g. de azúcar. Lo mezclamos bien. Luego picamos nos 250 g. de galletas y lo añadimos a la base anterior junto con 125 g. de frutos secos. Este delicioso barro lo vamos pasando a los moldes de papel. Luego lo cubrimos con un chorrito de chocolate a la taza espeso y unos confetis.



Y tuvimos tiempo para comérnoslo todo y chupar los platos, para hacer arte dejando huellas con verduras cortadas y para jugar a las carreras de patatas.

El Castillejo

El Club de senderistas Buenos Aires se merece una medalla. Alcanzaron, muy por debajo de la hora prevista, el alto del Castillejo.


Partimos de Güejar Sierra, pueblo de montaña situado a media ladera del cerro del Calar y a cuyos pies discurren las aguas del río Genil. Bajamos a la Central Eléctrica de “El Castañar” y desde allí comenzamos a subir, primero por asfalto y luego por un carril, dejando a la derecha la cola del Pantano de Canales, que parece bastante sediento. Hacemos las paradas necesarias hasta alcanzar el Cortijo de los Julianes.

Aquí es donde se inicia propiamente la vereda hacia el Castillejo, escondida entre una vegetación al abordaje. Caminando trabajosamente superamos una respetable pendiente hasta colocarnos en la portilla que abre el Barranco del Castillejo. Las manchas blancas de los almendros en flor son heraldos de la primavera.



Tras reponer fuerzas con bocadillos, galletas, frutos secos y unas risas reanudamos la marcha por la umbría del valle. Dejamos a la derecha una gran roca con una ventana abierta por la naturaleza.

Atravesando el barranco, dejamos atrás un viejo acueducto que abastecía la antigua Central Eléctrica de “El Castillo”.

Conforme caminamos, nos vamos aproximando al arroyo que baja por el valle, hasta encontrar el lugar donde la senda lo cruza.

En este punto se encuentra una refrescante fuente; es la llamada Fuente del Tío Perráncano.



Continuamos en ascenso por la solana para dirigirnos hacia el Cerro del Castillo. Llegamos a un verde collado donde nos espera paciente una antigua era de piedra y un cruce de veredas; la de la derecha nos eleva, en un último impulso, hasta los restos del Castillejo, en pie de guerra contra el viento; unos pasos más allá el Mirador con su vieja cruz de madera que nos parecía inalcanzable.


El Castillejo o “El Castillo de Linza” es una fortaleza árabe del siglo VIII, aunque se han encontrado restos romanos en la zona. En 1498, ante el importante gasto que suponía mantener las más de 100 fortalezas del Reino, se ordena abandonar y derribar algunas de ellas, entre las que se encuentra la de Güejar. Pero no sería destruida, ya que durante la revuelta mudéjar sirvió de refugio para más de dos mil personas.