sábado, 12 de junio de 2010

Lección de optimismo.


Los niños te enseñan grandes lecciones; la única condición es saber percibir el modo en el que, en ocasiones, se enfrentan a los acontecimientos.

Una caída tonta desde un cochecito de esos que se mueven a cambio de una moneda (por cierto, pocos padres hacemos el trueque), terminó en urgencias. Al rato Marina salía con el brazo derecho escayolado pero con el ánimo intacto. Ni un gesto de fastidio, más bien todo lo contrario. Su corazón no se enturbiaba por la incomodidad, por las posibles molestias, la hidrofobia de la escayola o la limitación de sus juegos. Tiró del hilo adecuado e imaginó atenciones adicionales, miradas de sorpresa y admiración por parte de sus compañeros de clase, la sensación de ser un poco protagonista de las historias cotidianas, una pausa como pianista y escritora,... Y de este modo siguió contagiando su sonrisa al universo que la rodea.

Ojalá todos pudiesemos hacer lo mismo para superar los problemas que nos escayolan el alma.

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