
Aparentemente las circunstancias complicaban el desarrollo de la actividad (la escenificación la montamos en una sala de espera, participaban niños y niñas de muy diversas edades, entraban y salían en función de las pruebas médicas que tenían programadas...).

Sin embargo lo fundamental estaba trazado: ilusión por la novedad de tener un cuenta-cuentos en el hospital. Y todo salió fenomenal. Disfrutamos mucho de la simpatía de todos y recibimos, como el mejor de los regalos, el agradecimiento de los allí presentes.
Por cierto, si alguno de los niños que tuvimos de público son así de inquietos, vitales y sonrientes estando malos... ¡Que torbellinos cuando se encuentren sanos del todo!
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