lunes, 26 de septiembre de 2016

Los mayores toman la palabra.

En nuestro devenir por los pueblos de Graná, esta vez llegamos a Castillejar. Y allí, de nuevo, tomaron los mayores la palabra. El comunicante se convirtió en escuchante activo.

Me contaron los caminos del agua a través de su infancia. Entonces el río estaba vivo y pertenecía a los peces. Hacían allí gran parte de su vida. En una tabla o en una losa de piedra lavaban la ropa y la tendían al sol en el cascajal, ese donde, si hacías una poza, brotaba el agua latiendo como un corazón sobresaltado. Y el agua se recogía en cantaros de las acequias por donde corría limpia. Caminando o en burro. Y más tarde trajeron el agua al pueblo, a la calle ahora llamada "del agua". Un pilón donde bebían las bestias y con unos buenos caños de donde recoger el agua.

Un señor frontero a los ochenta sonreía con ojos chisposos al contar que su madre los encerraba a él y a sus hermanos en casa mientras iba a por el agua con su cantaro de tapadera de esparto. Y es que eran unos prendas...

Y si escucharamos más a nuestras abuelas y abuelos; ¿seríamos así capaces de aprender lo que pretendemos enseñar?

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