Cuidamos árboles que brotan y crecen a sorbos felices.
Pretendemos que unos echen raices profundas, con la poda dispondremos el rumbo de sus ramas y esperaremos sin sorpresa pero con impaciencia el fruto apetecido.
Con los ortos no pretendemos. Ojala no se anclen a nada en exceso; que las yemas a las que arrimamos nuestro corazón de jardineros, broten con fuerza y sean capaces de elegir sus propios horizontes. Y los frutos, que porten siempre la semilla de la felicidad.
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