En el corral y en el laboratorio de la bruja viven animales que vamos a conocer y a cuidar. No solo pelos y plumas, también pieles escamosas y viscosas que tocamos perdiendo miedos y ganando respetos. Y ante la mirada atenta de una bruja, que no resulta ser tal, si no una sabia conocedora de los usos tradicionales, desechamos falsas creencias y escrúpulos muy dañinos.
Y con proximidad entendemos que los animales no son juguetes, que las mascotas no solo precisan afecto, sino sobre todo responsabilidad.
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