El invierno va cediendo el paso a la primavera. Pero el frío
no tiene prisa en marcharse y hoy, con la inestimable ayuda del viento, deja
patente su presencia en nuestros rostros. Pero somos el grupo de Senderistas
Buenos Aires y no le tememos a las brisas con independencia de la esquina de la
rosa de los vientos de los que procedan.
Pero las flores de los almendros y la de los romeros son
mensajeros de la estación venidera.
Comenzamos el sendero en la parte alta de Cónchar, en el
Cerro del Concejo. Pasamos por el Mirador del Concejo desde donde podemos ver
unas bonitas vistas del pueblo con los bancales de naranjos y granados. Y al
fondo la garganta del río Durcal. Nos hacemos la foto de inicio de esta bonita
caminata.
Descendemos al Camino de los Pinos en la falda del Cerro de
la Cruz; cruzamos el Barranco de las Cacerías y seguimos la vereda labrada en
la roca hace 60 años con el objeto de poder repoblar de coníferas las laderas. Desde
el camino se puede contemplar unas vistas espectaculares del pueblo y el río Dúrcal.
Aunque algunos senderistas no pueden mirar mucho para intentar mantener su vértigo
a raya.
Es una senda preciosa que, en ocasiones entre pinos y otras dibujándose tangentes a la ladera del valle, nos alza hasta llegar a la cima del Cerro de
la Cruz. Llegar a este punto ha sido costoso, pero ayudándonos unos a los otros
lo hemos conseguido. Una vez arriba las vistas justifican el esfuerzo; podemos
ver la mayoría de los pueblos del Valle de Lecrín y el brillo de las aguas
tranquilas del pantano de Beznar. Y en lo alto la Ermita del Cristo del Zapato.
Ahora caminamos, por una vereda marcada con montones de
piedras bastante patentes, en dirección al Viso de los Arrianes. El paisaje va
cambiando al desaparecer las coníferas y tapizarse el suelo con matorral bajo
donde abundan los romeros y los espartos. Pero el viento persiste.
En el Viso de los Arrianes nos topamos con un cruce; debemos
continuar por la izquierda, por un sendero por el que vamos bajando hasta el
Barranco del Búho. Podemos imaginar a una rapaz nocturna posada en el almendro
en flor que marca la intersección de las laderas de la barranquera.
Avanzamos hasta llegar a la Cañada Real Motril - Granada.
Giramos a la derecha y llegamos hasta la carretera de las Albuñuelas. Una vez
aquí seguimos a la derecha por el asfalto unos 150 metros.
Pero antes, un grupo se desvía a la derecha para acortar la
ruta. A su llegada a Conchar recorre su vega llena de naranjos, limones,
granados y nacimientos; pasamos por las Fuentes de la Rata y del Lino. Un poco
más adelante cruzamos una hondanada repleta de árboles de ribera donde nace la
Fuente que se Ríe.
Los demás abandonamos rápidamente la carretera subiendo por
un estrecho sendero que nace a la izquierda. Tras un continuo y moderado
ascenso coronamos el punto más alto de nuestro recorrido, La Atalaya del
Marchal o de Saleres (977 m). Se ha datado de forma genérica en el período
nazarí y formaba parte de la estructura defensiva del Valle de Lecrín.
Podemos divisar unas bonitas vistas de gran parte del Valle
de Lecrín. También vemos la atalaya de Conchar (785). Y al fondo el imponente Caballo nevado.
Una vez repuestas nuestras fuerzas, bajamos rodeando el
cerro hasta llegar de nuevo a la carretera de las Albuñuelas y a la Cañada Real
Motril - Granada. Esta zona es rica en almendros, algunos de ellos con el
arrojo suficiente como para mostrar orgullosos sus delicadas flores blancas.
Tomamos un desvío a la izquierda hasta llegar de nuevo al
Viso de los Arrianes. Desde aquí bajamos al pueblo de Conchar por una pista
ancha, por la junta de los barrancos de la Conejera y las Cacerías. Llegamos
así a Conchar donde probaremos su rica gastronomía.
Bueno… probarán ya que los
monitores deben mantener su físico modélico.
Y hoy José me ha dejado en custodia uno de sus más preciados tesoros: los mapas que han guiado muchas de sus rutas. Yo, a cambio, le he regalado una docena de huevos de nuestras gallinas... No ha sido un presente a la altura.
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