miércoles, 28 de marzo de 2012

El Torreón de Albolote


Los senderistas Buenos Aires tienen la saludable manía de subir cerros para alcanzar cielos ya rozados por civilizaciones anteriores; en esta ocasión subieron al Torreón de Albolote y a la Ermita de los Tres Juanes, ambos enclaves situados en el conjunto de sierras que conocemos como Sierra Elvira. En mitad de la Vega encontramos esta sierra, un horst tectónico provocado por un cercano punto caliente. Vamos, una berruga de los más coqueta. Nos sorprende un bosque mediterráneo diverso, fósiles de organismos marinos que vivieron su historia hace más de 150 millones de años, caracoles y mariposas exclusivos de estas sierras y un laboratorio de geología y geomorfología que cualquier tratado de estas disciplinas envidiarían.


Hemos caminado por la zona Este, la más escarpada, aunque con picos de menor altitud. Las principales cimas son el Tajo Colorao (874 m), la Atalaya o Torreón (886 m) y la Ermita de los Tres Juanes (861 m). La parte Oeste, que a lo largo del recorrido nos ha servido de telón de fondo, los relieves son más suaves pero con una mayor altitud, como el Morrón de la Punta (1045 m), Elvira o Morrón de Enmedio (1102 m) y el Cerro del Piorno (1082 m). Las áreas se encuentran unidas por el Collado de los Pinos.



Partimos de El Chaparral desde donde nos dirigimos, entre olivos, a la ladera del cerro del Torreón. En las tierras de labor encontramos collejas; esas humildes plantas se convierten en el ingrediente mágico de las mejores tortillas. Desde allí cogemos una vereda estrecha que hace frontera entre el secano y la umbría mediterránea de la sierra (Albolote procede de un vocablo árabe "Al-bolot" que significa encinar). Al principio el desnivel es pequeño, pero cuando nos adentramos entre los pinos la pendiente pesa en las piernas.


Llegamos a la Placeta de la Reina, donde, tras tomar un respiro, echamos a caminar por el carril que conduce al Torreón.

Desde allí las vistas son sensacionales y nos pararemos para tomarnos nuestro refrigerio. Nos hemos detenido junto a un torreón árabe del siglo XIV. Esta atalaya servía para comunicar a toda la Vega de Granada, incluida la propia ciudad de Granada, los movimientos de tropas desde los pasos fronterizos.


Bajamos por el Collado de los Pinos y nos detenemos unos minutos en un cortafuegos donde buscamos indicios de nuestro pasado oceánico, fósiles de anmonites. Caminamos junto al Tajo Colorao y de ahí subimos a la Ermita de los Tres Juanes. En la bajada ponemos a prueba nuestras rodillas.

Y nos dirigimos a Atarfe, dejando atrás una sierra en la que los árabes vieron en su perfil la silueta de un ave iniciando el vuelo por lo que la llamaron llamaron Al-Ukab o Sierra del Águila.

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