jueves, 27 de noviembre de 2014

El nacimiento del Darro.



Ruta: Casa Bolones
Distancia: 14 km
Tiempo:  4 horas
Participantes: 70

El Club de Senderismo Buenos Aires se dio un baño de otoño y termino sudandito, ya que los horarios de los buses nos obligó a caminar a un ritmo bastante exigente.

Iniciamos el paseo en Huetor Santillán, junto a la Ermita de Nuestra Señora de los Dolores, iniciando el camino por la calle Molino Alto. Tras pasar bajo el puente de la autovía iniciamos la senda.



Nos dirigimos inicialmente hacia la Cueva de los Huesos. Después de una subida intensa tomamos una vereda estrecha y preciosa a la izquierda dirección Bolones. Hacemos una pausa en la que vemos a quien le suena mejor el silbato. Transcurre a media ladera con unas vistas muy bonitas del valle del Darro y el Cerro del Maullo.

Esta vereda nos conduce hasta el final de la pista forestal que parte desde la Casa Forestal Los Peñoncillos. Este camino es cómodo de andar y en el encontramos una abundante vegetación, entre la que se encuentran algunas sequoyas y algunos pinsapos. Tras pasar al lado de una alberca dejamos a la izquierda la Casa Forestal de Bolones.















Continuamos la pista hasta llegar al cruce de caminos próximo a Los Peñoncillos. Seguimos caminando hacia la izquierda en dirección a la Fuente de la Teja. Antes de llegar al Mirador del Darro nos desviamos a la izquierda por una vereda que nos va introduciéndo en lo más profundo del valle.

A través de un angosto barranco llegamos a el nacimiento del Darro en la Fuente de los Porquerizos. Desde allí continuamos por una cómoda pista forestal hasta coger el camino de la Acequia del Darro que nos conduce a Huetor Santillán. Y siempre sin perder la sonrisa, circunstancia que cualquier monitor decente agradece infinitamente.

Como encontramos algunos níscalos creciendo entre la pinicha de los pinares, hoy la receta utilizará esta seta como ingrediente principal. Los guisaremos con un poquito de vino y a fuego lento, una receta sencilla pero de excelente resultado. Para limpiar los níscalos cogeremos un cepillo de dientes o un paño húmedo y limpiaremos toda la arena que tengan; nunca los meteremos en agua ya que si lo hacemos les quitaremos todo su aroma.

Pochamos a fuego lento la cebolla y los ajos cortados en láminas. Echamos los níscalos limpios y troceados y los reogamos. Agregamos el vino blanco y dejamos cocinar hasta que se evapore el alcohol. En ese momento añadimos medio vaso de agua, un poco de sal y tomillo. Lo dejamos a fuego lento hasta que se reduzca el caldo y las setas estén tiernas.

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