miércoles, 23 de marzo de 2016

Una rosa, una boa y un elefante.



Esta mañana llegamos al final de la historia de El Principito.

"Éste es para mí el más bello y el más triste paisaje del mundo. Es el mismo paisaje de la página anterior, pero lo dibujé una vez más para mostrárselo bien. Es donde el principito apareció en la tierra, y luego desapareció.

Miren con atención este paisaje para estar seguros de reconocerlo, si viajan algún día por el desierto de África. Y si llegan a pasar por allí, les suplico que no se apuren y que esperen un poco, justo bajo la estrella. Si entonces se les aproxima un niño, si ríe, si tiene cabellos dorados, si no responde cuando se lo interroga, podrán adivinar de quién se trata. Entonces, sean amables. No me dejen tan triste: escríbanme pronto que ha regresado..."


Pero hasta poner el último punto, hemos aprovechado la mañana a tope. Además, los cielos nos han sido propicios y no nos ha caído ni una gota de lluvia. Y al final de la jornada una sorpresa: los conejos han tenido pequeños gazapos.

A través de la elaboración de unos murales cooperativos hemos reinventado el asteroide B612 donde vivía nuestro protagonista, un pequeño lugar con tres volcanes, uno de ellos extinto, donde se podían contemplar muchas puestas de sol en pocos minutos (en una ocasión contempló cuarenta y tres ocasos).

Con la ayuda de María, Celia y Adriana, realizamos un divertido elefante y una terrorífica boa con globos y corchos. También, se hubiera enojado de otro modo, realizamos una bonita y delicada rosa, esa que nació al mismo tiempo que el sol.

Y, un poquito cada día, hemos montado un muñeco de papel del Principito. ¡En esto si que ha sido grande la ayuda de nuestras tres pacientes maestras!

Muchas gracias a todos estos pequeños y pequeñas que nos ayudan a los adultos a no olvidar nuestra infancia.

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