
El nombre tiene que ver con los maullidos de los soldados para comunicarse unos con otros, para verificar que estaban todavía vivos. Ahora, 80 años después del fin de la contienda, sobre la cumbre lo que en realidad se oye es el canto de pinzones, colirrojos, jilgueros y arrendajos. Sonidos que se mezclan con las risas de los escolares que han convertido el Cerro del Maúllo en un espacio de convivencia.

Niños y niñas de la escuela Tierno Galván de Armilla se detienen en esta cima a 1300 m. de altitud; tras leer un estremecedor fragmento de una vivencia en las trincheras de "Una historia de la Guerra Civil que no le va a gustar a nadie" de Juan Eslava Galán, reflexionamos un poco. El encuentro frente a la intransigencia, las palabras frente a los fusiles, las sonrisas frente a la tristeza de un maullido sin respuesta.
Las mariposas revolotean a nuestro alrededor.
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