miércoles, 11 de abril de 2018

El Peñón del Moro y los Baños de Urquízar.


Pocos pero magníficos. No le tememos a la lluvia y, tal vez por eso, el sol nos ha acompañado todo el recorrido.

Comenzamos la ruta en Durcal, concretamente en la Ermita de San Blas. Los vecinos de este pueblo presumen de que es el único San Blas sin barba. Como es conocida su capacidad de sanar las gargantas, nadie ha carraspeado durante el camino.

Bajamos rodeados de verde a los Baños de Urquízar. Primero visitamos los Baños Grandes, junto a las cuevas de Vacamía, y luego caminaremos hacia los Baños Chicos. Se trata de unos manantiales de agua a 24,9 °C de propiedades terapéuticas en el tratamiento de enfermedades de la piel. Estas afloraciones de aguas termales y mineralizadas, se concentran en albercas y baños construidos en el siglo IX, hace más de un milenio.


El agua viene de la sierra de Nigüelas que, a su vez, la recoge de los cauces subterráneos de Sierra Nevada procedente del deshielo, pero en este caso, la cualidad termal, la temperatura, indica que antes de aflorar ha tenido que pasar por capas del subsuelo situadas en cotas tan profundas, a más de 2.000 metros bajo el nivel del mar, para después ascender de forma rápida hasta encontrar el lugar por donde salir de la tierra; un viaje de más de 30 años.


Desde allí comenzaremos la parte dura del recorrido, una subida pendiente hasta llegar al Peñón de los Moros. A medida que ascendemos disfrutamos unas preciosas vistas del valle del río Durcal y de la cascada del arroyo Alcazar.

Al alcanzar la cima, rodeados de almendros y olivos, aparece un pedazo de nuestra historia bastante deteriorado.

Son restos posiblemente de época nazarí a juzgar por la cerámica encontrada; se trata de un fortín con aljibe, torre y pasadizo que desciende hasta el río. Esta fortaleza dominaba una vasta extensión del Valle de Lecrín y el paso medio del río Dúrcal. Esta construcción fue una de las destruidas durante los primeros años de la conquista cristiana, quedando de ese modo relegada de los acontecimientos que ocurrieron en décadas posteriores y perdiendo su valor militar.

Desde allí, las vistas son fantásticas, con panorámicas de la cara sureste de Sierra Nevada y de todo el valle que la circunda.


Bajamos hacia el río entre gamones y almendros repletos de frutos verdes. Después de alguna que otra aventura que nos reservamos, llegamos hasta el puente más antiguo de Durcal. Aunque los vecinos dicen que es romano, realmente su origen no está claro; el tipo de fabricación puede indicar que sea musulmán y fuera construido como vía de comunicación hacia la Alpujarra.


Luego ascendemos para acceder a Durcal a través del magnífico "puente de lata". El puente está realizado por un discípulo de Elffel y está construido con perfiles de hierro laminados unidos con remaches o roblones. Sirvió como paso de la garganta  del río Dúrcal, aunque antes había estado en servicio desde 1906 como puente de ferrocarril de la línea Guadix-Baza, sobre el Arroyo Gor. Debido a un corrimiento de las tierras en la zona, se hizo necesaria una rectificación en el trazado de la línea y el puente quedó abandonado. Esta circunstancia llevó a Tranvías Eléctricos de Granada S.A. a efectuar su traslado a Dúrcal en 1924.

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