Hoy hemos hecho una bonita ruta por la 
Sierra de las Albuñuelas, desde la carretera de la cabra hasta el comienzo del 
Valle de Lecrín. Caminamos, siempre cuesta abajo, por veredas que nos conducen por un sin fin de manantiales y arroyos que, junto al
 Río Santo, forman un verdadero paraíso.
Mientras caminábamos por estos barrancos rodeados de pinos y plantas aromáticas el cielo nos ha ofrecido un muestrario amplio de condiciones meteorológicas: niebla, viento, frío, calor, abundante nubosidad, nubes y claros... incluso unos instantes de panza de burra de la que amenaza nieve.
Comenzamos en la Carretera de la Cabra (Km 24) dirigiéndonos por una pista forestal hacia la 
Fuente Alta del Cañuelo (3,9 km). Antes de llegar, la pista cruza un primer barranco y tras cruzar el segundo (
el Barranco del Cañuelo) dejamos la pista forestal y tomamos una vereda a la izquierda. Seguimos bajando por esta vereda, que en ocasiones parece perderse, pasando por la susodicha fuente.
En dos ocasiones ignoramos las veredas que arrancan a nuestra derecha. El sendero se va ensanchando y al hacer una revuelta nos topamos con un pino equilibrista. Seguimos la vereda con el barranco a la izquierda hasta el 
Área Recreativa del Cañuelo (5,3 Km).
Continuamos por el barranco, de nuevo por una pista forestal ancha y unos 300 metros más adelante nos encontramos con la 
Rambla La Huida; todo el agua que llevaba desaparece en un instante, se filtra para aparecer en el 
Rio Saleres. El barranco se va ensanchando y haciéndose más profundo.
Bajamos hasta un cruce donde se puede ir hacía las 
Albuñuelas o hacía 
Guajar Alto; es el 
camino de la Toba o de l
as Vinateras de Itrabo, lugar por donde introducían sus vinos en mulos, para venderlos por las 
Albuñuelas y el 
Valle de Lecrín. En este cruce encontramos el 
Cortijo de Requejo (9,6 Km).
Seguimos hacia la izquierda, dirección las Albuñuelas encontrándonos las Buitreras de frente. Caminamos ahora paralelos al 
Barranco del Río Santo o Saleres.

Llegamos a la 
Escuela Taller Albuñuelas. Aquí bajamos hasta el arenoso lecho del río por el que caminamos entre adelfas. Pasamos junto a unos antiguos alambiques y luego al lado de una calera derruida. Al rato de caminar por el lecho del río llegamos a pocos metros de un dique donde nacen un camino a la derecha y otro a la izquierda. Tomamos el primero que comienza a ascender.
Seguimos por una empinada cuesta, girando a la izquierda donde la vegetación la forman ahora almendros, higueras y olivos. Ya cerca de las
 Albuñuelas, giramos por un sendero que transcurre junto a un hermoso barranco con vistas al 
Rio Santo; pasamos junto a una gran roca caliza desprendida de la ladera conocida como el garbanzo; también observamos numerosos fósiles de bivalvos que han dejado su impronta en la roca.
Llegamos al 
Molino de los Úbedas, cruzamos el 
Rio Santo y subimos por el 
camino de los Molinos que nos llevará al 
Barrio Alto de las Albuñuelas, enclavado a 738 metros de altitud.

Tras los dieciséis kilómetros recorridos, nos detenemos en el lavadero, en la 
Torre nazarí del Tío Bayo y contemplamos las pintorescas y cuidadas calles de este pueblo. Algunas de sus casas se inclinan ante nosotros ¿Pleitesía ante tan ilustres senderistas o deslizamiento del terreno?