miércoles, 23 de enero de 2019

Ruta 14. La Cueva del Agua.


Hay ocasiones en las que el paisaje que ves tiene la belleza de aquello que es muy efímero; intentas retenerlo en tu retina ya que sabes que en horas todo será diferente. Hoy, la nieve flamante caída esta madrugada dotaba a la Sierra de Huetor con esa dimensión.

Además, la niebla se enredaba en las montañas y devoraba árboles, valles y contornos. Nuestro telón de fondo era la nada gris; y esa ausencia de perfiles da paso a la creatividad más fantasiosa de nuestra imaginación.


Nuestro objetivo era llegar a la cueva del agua y en su interior, todo cambia. Aquí el concepto efímero se torna en eterno. Parece que todo es inmutable, que te retrotraes a tiempos tan antiguos como el sonido de una gota de agua en la cavidad de una estalagmita.


El senderismo son sensaciones.

Pero dejémonos de literaturas baratas y a caminar. Desde Viznar nos dirigimos hasta el Área Recreativa de Puerto Lobo por la carretera para ahorrar tiempo y esfuerzos. Una vez allí, seguimos la pista forestal de la Alfaguara dejando a la izquierda el ascenso entre pinares del Barranco de la Umbría. También ignoramos a la derecha la senda de la Cueva del Gato.


Seguimos ascendiendo hasta el Mirador de Viznar, donde contemplamos cualquier paisaje imaginable que queramos dibujar en la niebla. Podemos hacer un esbozo del perfil de Sierra Nevada y, en el fondo del valle, el Darro.


Seguimos esta pista forestal, crujiendo ya la nieve bajo nuestras botas.  Nos encontramos, a la izquierda, con la senda que nos conduce, en suave pendiente, a la Cueva del Agua.


Situada en las entrañas del Collado del Agua, a 1.400 metros sobre el nivel del mar, la gruta se esconde al fondo de un estrecho pasillo natural excavado en la roca. Debió ser un rincón precioso, pero la estupidez lo ha privado de las estalactitas y estalagmitas talladas con infinita paciencia por el agua. De nuevo debemos imaginar.


Bajamos por el Collado de la Rata. No nos olvidamos de la Cruz de los Maestros, a la que nos dirigimos por una vereda, un tanto perdida, a nuestra derecha. La encontramos gracias a los montones de piedras que marcan el camino.


Seguimos bajando y la humedad de la niebla se convierte en chirimiri. Nos detenemos a contemplar algunos pinsapos. Llegamos al Collado de Víznar.

Ya solo resta bajar por la Vereda de la Umbría,  retornar hasta Puerto Lobo y desde ahí a Viznar.

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