viernes, 18 de enero de 2013

El Castillo de Lojuela

Esta ruta pretende adentrarnos en el Valle de Lecrín, ahora en plena producción de naranjas y con los almendros en flor.  Es una ruta rural de gran belleza en la que nos alzaremos hasta un castillo desde el que se puede contemplar este valle, el Castillo de Lojuela.

El recorrido comienza en  Nigüelas, situado a 931 de altura sobre el nivel del mar. Bajamos hasta el Río Torrente que nace al pie del Pico del Caballo, en Sierra Nevada, y que corre paralelo al Valle casi de la mano de su hermano, el Dúrcal. Caminamos por la margen izquierda.  Pasamos bajo un gran puente de piedra caliza y seguimos el camino serpenteando entre almendros, cerezos, olivos y naranjos. Pasamos junto a una fábrica de ladrillos situada en la confluencia del Barranco del Pleito con el río Torrente.


El sendero nos guía al pueblo de Murchas
situada a 662 metros de altitud. Subimos por una calle empinada hasta el lugar donde se encuentra una fuente de agua potable. Aquí hacemos un alto en el camino. Junto a ella disfrutamos de un mirador hacia el  pueblo de Talará y a la Ermita del Santo Cristo que destaca en la loma de enfrente. Echamos a caminar por unas calles estrechas cercanas a la iglesia y recordamos que esta localidad  fue reconstruida casi en su totalidad a consecuencia del fuerte terremoto que asoló estas tierras allá por 1884.
    
Tomamos una vereda de unos 2 km que nos conduce hasta el Castillo de Lojuela. Caminamos rodeados de naranjos, limoneros y olivos centenarios.   Tras varios cruces que parecen querer confundir nuestros pasos llegamos a
las ruinas de este castillo llamado de muchas maneras: de la Reina Sorayda, de los Moros o de Lojuela. Data del siglo XI y está situado en un lugar estratégico para dominar el valle, sobre un acantilado bajo el cual corre el río Dúrcal. Sus muros de tierra prensada y cal grasa presentan restos de cerámica romana que se empleaba en la amalgama y atestigua la existencia en estos lugares de un asentamiento romano. 

Hacemos una parada para contemplar el valle y tomarnos la fruta.

Tras regresar a Murchas y recordar aquellos tiempos q en los que jugábamos en los columpios, tomamos un camino que lleva a Melegís a través de un vergel de naranjos y limoneros.  Los senderistas caminan animados charlando y comiendo naranjas (aún pelin ácidas). La distancia entre ambas poblaciones es de unos 2 km. Vamos acompañados del ruido del agua que corre por las numerosas acequias cuyo origen se remonta a la época Nazarí. 

Llegamos a Melegís, concretamente a un curioso mirador desde donde contemplamos el Embalse de Beznar. Esta localidad  se asienta en pleno corazón del Valle. Próximo al lugar donde nos encontramos, tiene lugar la unión de los ríos Dúrcal, Albuñuelas y Torrente que en su confluencia Forman el río de Ízbor que abastece al embalse de Béznar. Desde este pueblo regresamos a Granada en el bus que hace la linea Albuñuelas- Granada. Pero antes nos tomamos un mosto de la tierra y una tapa de morcilla y carne en salsa en el bar la Puerta del Valle.

 
Y hablando de cocinar, esta vez la receta nos la da  Pepita. Y no podía ser otra que el remojón granadino.
Cogemos un pedazo de faldeta de bacalao y lo asamos. Lo desmenuzamos y lo mezclamos con cebolleta dulce, aceitunas aliñadas y cuatro naranjas del Valle de Lecrín que hemos picado previamente. Añadimos un buen chorreón de aceite de oliva.

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