
Caminamos hacia el valle del Dilar con un bonito paisaje al frente: la Boca de la Pescá, el Trevenque, el Cerro de Huenes y el Picacho Alto. Vamos calentando a medida que nos acercamos al primer reto de la jornada.
Y aparece ante nosotros desafiante, la Cuesta Blanca a la que tanta tirria le tienen algunos senderistas. Entre los pinares destaca el marrón claro de su suelo arcilloso. Y es que no solo reside la dificultad en su pendiente, sino en el barro que debemos esquivar con tiento. La siguiente fotografía muestra la satisfacción de estas senderistas al saberse capaces de subir esta y muchas otras cuestas que les ponga la vida (por cierto, si no pongo esta foto más de una me iba a atizar con el bastón de senderismo, jejeje).

Aquí el grupo se separa. La mitad bajará hasta el Aula de la Naturaleza situada junto al Área Recreativa del Dilar. Seguirá la vereda del río hasta llegar de nuevo al pueblo. El resto, tomará la senda de la derecha que nos conducirá hasta la Silleta del Padul.

Llegamos a una llanura donde un cartel nos indica que hemos recorrido 4 kilómetros desde Ermita Nueva y que nos restán 3,2 kilómetros hasta nuestro objetivo: La Silleta del Padul.
Tras tomar un refrigerio, seguimos las indicaciones tomando la senda de la derecha. Vamos ascendiendo hasta encontrarnos con un mojón en el que reza: "Coto del Excelentisimo Marqués de Dilar". Vestigio de otros tiempos aún no del todo superados.
Unos metros más allá tomamos una vereda más estrecha a la izquierda; nos conduce en ascenso entre salvias, tomillos, romeros y pinos viejos y achaparrados hasta lo más alto del Puerto de la Mala Mujer paso por el que los de Dúrcal iban a Granada. Las vistas son impresionantes. Al Este Sierra Nevada y al Sur los pueblos anclados en las laderas de estas sierras: Guevejar, Durcal y Nigüelas.



Tomamos una vereda estrecha de nuevo a la izquierda que nos guiaría a la integral de La Silleta; pero nos volvemos a desviar a la izquierda de modo que rodearemos las dos cimas que conforman esta peculiar silla de montar de piedra. Es un camino precioso que todo senderista debe recorrer.

Volvemos a desviarnos, por estos terrenos descarnados calizos a la izquierda por una senda que en descenso nos llevará hasta la emblemática Piedra Ventana, un capricho de la erosión. Tras disfrutar de este lugar regresamos pos nuestros pasos para seguir ascendiendo hasta situarnos en lo alto de la Silleta del Padul. Es emocionante encontrarse aquí, a unos 1520 metros, en este lugar tantas veces contemplado desde otros enclaves.


Finalmente, sabiendo que dejamos atrás una ruta maravillosa que ha puesto a prueba nuestra determinación, llegamos de nuevo a Dilar.
Enhorabuena, caminantes, especialmente a los don más veteranos, que con sus 77 años han dado todos estos pasos con una sonrisa eterna en los labios.