miércoles, 30 de noviembre de 2016

En la Silleta del Padul

Hoy hemos caminado por los montes y valles de Dilar, disfrutando de estos paisajes labrados por la paciencia y el agua, por entornos que verdean merced al milagro de la lluvia.

Partimos de Ermita Nueva, en el pueblo de Dilar, pueblo serrano enclavado entre la ribera del Dilar, los Alayos y las montañas del Manar. La Ermita, que se encuentra en lo alto del pueblo junto al parque del mismo nombre, data de 1796; sin embargo ésta no es la Ermita primitiva, antes hubieron otras tres. Y siempre que pasamos por aquí nos hacemos una foto de grupo, en esta ocasión con helicóptero incluido.

Caminamos hacia el valle del Dilar con un bonito paisaje al frente: la Boca de la Pescá, el Trevenque, el Cerro de Huenes y el Picacho Alto. Vamos calentando a medida que nos acercamos al primer reto de la jornada.

Y aparece ante nosotros desafiante, la Cuesta Blanca a la que tanta tirria le tienen algunos senderistas. Entre los pinares destaca el marrón claro de su suelo arcilloso. Y es que no solo reside la dificultad en su pendiente, sino en el barro que debemos esquivar con tiento. La siguiente fotografía muestra la satisfacción de estas senderistas al saberse capaces de subir esta y muchas otras cuestas que les ponga la vida (por cierto, si no pongo esta foto más de una me iba a atizar con el bastón de senderismo, jejeje).


Una vez arriba, seguimos una vereda junto a una vieja tapia de piedras, sudor y sufrimientos que antaño separaba el Marquesado de Dilar del de Gojar. Es una senda muy bonita rodeada de viejos pinos bajo los cuales, tímidamente, va surgiendo el bosque mediterráneo. Inicialmente va en ascenso para, posteriormente bajar levemente hasta un cruce.

Aquí el grupo se separa. La mitad bajará hasta el Aula de la Naturaleza situada junto al Área Recreativa del Dilar. Seguirá la vereda del río hasta llegar de nuevo al pueblo. El resto, tomará la senda de la derecha que nos conducirá hasta la Silleta del Padul. 

Este camino termina en una pista forestal que seguimos en ascenso a la derecha. A medida que subimos van apareciendo las raíces de los árboles arrancados por un antiguo tornado. Raíces desarraigadas por la fuerza de la naturaleza. Tras nosotros los Llanos de Dilar y la Vega de Granada.

Llegamos a una llanura donde un cartel nos indica que hemos recorrido 4 kilómetros desde Ermita Nueva y que nos restán 3,2 kilómetros hasta nuestro objetivo: La Silleta del Padul. 

Tras tomar un refrigerio, seguimos las indicaciones tomando la senda de la derecha. Vamos ascendiendo hasta encontrarnos con un mojón en el que reza: "Coto del Excelentisimo Marqués de Dilar". Vestigio de otros tiempos aún no del todo superados.


Unos metros más allá tomamos una vereda más estrecha a la izquierda; nos conduce en ascenso entre salvias, tomillos, romeros y pinos viejos y achaparrados hasta lo más alto del Puerto de la Mala Mujer paso por el que los de Dúrcal iban a Granada. Las vistas son impresionantes. Al Este Sierra Nevada y al Sur los pueblos anclados en las laderas de estas sierras: Guevejar, Durcal y Nigüelas.





















Tomamos una vereda estrecha de nuevo a la izquierda que nos guiaría a la integral de La Silleta; pero nos volvemos a desviar a la izquierda de modo que rodearemos las dos cimas que conforman esta peculiar silla de montar de piedra. Es un camino precioso que todo senderista debe recorrer.






Volvemos a desviarnos, por estos terrenos descarnados calizos a la izquierda por una senda que en descenso nos llevará hasta la emblemática Piedra Ventana, un capricho de la erosión. Tras disfrutar de este lugar regresamos pos nuestros pasos para seguir ascendiendo hasta situarnos en lo alto de la Silleta del Padul. Es emocionante encontrarse aquí, a unos 1520 metros, en este lugar tantas veces contemplado desde otros enclaves.


Tomamos ahora una vereda en descenso; rodeamos (derecha y luego izquierda) un pequeño olivar asilvestrado. Una cuesta bastante empinada nos conduce a un camino más ancho donde un cartel indica que nos hemos alejado 400 metros de la Silleta. Tomamos este camino que nos conduciría a las proximidades de la Cruz de la Atalaya; pero rápidamente lo abandonamos atravesando un prado al desviarnos por una vereda a la derecha.

Llegamos así a un nuevo indicador que nos marca que debemos aún recorrer otros 3,2 kilómetros hasta Ermita Nueva. Y lo hacemos bajando por el Barranco Hondo, una vereda pedregosa siempre en descenso que pone a prueba nuestras rodillas.

Finalmente, sabiendo que dejamos atrás una ruta maravillosa que ha puesto a prueba nuestra determinación, llegamos de nuevo a Dilar.

Enhorabuena, caminantes, especialmente a los don más veteranos, que con sus 77 años han dado todos estos pasos con una sonrisa eterna en los labios.

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