sábado, 16 de junio de 2018

El paraíso del Río Cebollón.


Hoy con el grupo de senderismo Ecópodos estuvimos en la Sierra de la Almijara, concretamente en el valle del río Cebollón. Una mañana cálida ideal para el senderismo acuático.

El río Cebollón nace de la unión de las aguas aportadas por los barrancos de la Culebra y de las Alfajas (Monticana). Podríamos decir que su alumbramiento comienza en la espectacular cascada bajo el puente de la Monticana. Desde aquí discurre durante unos 10 km en dirección NW hasta cerca de La Resinera donde se une al vecino río Algar para acabar ambos tributando sus aguas al río Cacín y rellenando el cercano pantano de los Bermejales.


Comenzamos en la La Resinera de Fornes (Arenas del Rey, en la cola del Pantano de Bermejales).

Pronto cruzamos el puente sobre el río Cacín y nos adentramos en un fresco paraje.  En un primer cruce tomamos izquierda, siguiendo el GR7 de Jayena y abandonando el cauce del Cacín para adentrarnos por un camino que circula entre las aguas del Cebollón y unas altas cárcavas calcáreas. Alcanzamos otro cruce donde hay un cartel informativo sobre la actividad de los resineros. Como la cadena aún no esta puesta, hemos llegado hasta aquí con el coche.

En este punto abandonamos el camino principal y tomamos un sendero que por la derecha en suave descenso y tras cruzar una barrera, nos acerca al lecho del Cebollón por los conocidos Prados de Tito. Un poco más adelante aparece la Fuente del Berro. Seguimos avanzando hasta que llegamos al lecho del río.

A partir de aquí iremos combinando el senderismo por caminos que bordean el río con el senderismo acuático.

El lecho del río cambia del verde al rojo y a cada paso nos muestra que está vivo. Encontramos adheridas a las rezumantes paredes unas comunidades de plantas carnívoras. Se trata de una “grasilla” (Pinguicula dertosensis), una planta muy escasa y en grave peligro de desaparición por la fragilidad de su hábitat.

A medida que avanzamos, el serpenteante valle se va cerrando y el río es más generoso en saltos de agua y pozas. En una de ella nos damos un merecido chapuzón.


Regresamos por el mismo camino, pero en esta ocasión evitando el río en favor de las veredas de su entorno.

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