En los institutos también se pueden contar cuentos. El tono cambia, así como el ritmo, el vocabulario y el tipo de interacción con el público. Debe evidenciarse que su misión es leer entre lineas, que los acontecimientos de la historia no son azarosos; esconden cuestiones sobre las que reflexionar.
Pero no debe perderse la frescura y la sonrisa.
Nosotros aprendemos en movimiento.
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