miércoles, 1 de diciembre de 2021

Aynadamar y la cuesta del Garbanzo.

El recorrido comienza en Fuente Grande, en Alfacar tierra de agua y pan. En esta fuente, situada en la parte alta de esta localidad, siempre hay agua. No llega de ningún arroyo. Aflora de la tierra, es una surgencia de aguas subterráneas procedentes de los acuíferos de la sierra. 

Seguiremos la Acequia Aynadamar hasta El Fargue, el primer canal árabe de la historia de España, un nombre que encierra un poético significado, 'acequia de las lágrimas'. Aunque allí hoy las tornamos en sonrisas: festejamos que a la pareja de César le han dado el premio "Granada Ciudad de la Ciencia y la innovación". 

Recorrer la acequia del siglo XI, construida entre los años 1013 y 1090, se ha convertido en una forma de conocer los caminos del agua hacia la ciudad de la Alhambra.

Esta acequia fue mandada construir por el último rey de la dinastía Zirí, Abd-Allah, que necesitaba un sistema de conducción de aguas para abastecer a la población de Alfacar y a la ciudad de Granada, concretamente al Albaicín. La obra la encargó al visir, Abu Mu Amal. 

En su recorrido, la acequia pasa por el pueblo de Viznar y el Fargue hasta llegar al Albaicín. 

Caminamos desde Fuente Grande hasta Viznar desviándonos de vez en cuando de la carretera para aproximarnos a la acequia Aynadamar. El recorrido por el pretil está constituido por tramos que tienen su origen y fin en pequeños puentes que aún se conservan como fueron construidos en el siglo XI. Son estructuras de piedra que forman un arco bajo el que discurre el agua.

Dejamos atrás el Barranco de Viznar y nos aproximamos al de Juan Torres donde la acequia toma un atrevido atajo; a continuación, prosigue entre bancales. Nosotros caminamos por el llamado Cordel de Fuente Grande. Pasamos por el enclave de la Colonia. Podemos ver las ruinas de “Los Pozos” donde pasaban la noche los presos que iban a ser fusilados al día siguiente por la barbarie provocada por los sublevados en la Guerra Civil.

Al llegar a Viznar tomamos la Avenida de Murcia hasta un bonito mirador y desde ahí bajamos por Eras Altas hasta la calle Alhambra. 

Por el Camino del Molino del Pino bordeamos el Barranco del Toril. Una vez cruzado el río Beiro nos encontramos con los restos de un ese molino que se servía de la acequia de Aynadamar, aprovechando el salto de agua formado por el desnivel del terreno. En su interior aún se conservan restos de la maquinaria. 

Cruzamos la A 92 y seguimos caminando por el Camino Real de Viznar. Por lo general la pista es siempre en descenso, con la acequia a la derecha. Nos detenemos a retomar fuerzas en otro antiguo molino reconvertido ahora en vivienda y ocupado por una buena panda de gatos. Allí podemos ver un gran laurel y un níspero de invierno o europeo 

Es un árbol muy curioso cultivado ya por los antiguos romanos, que antaño podía verse a menudo de forma silvestre en gran parte de nuestro país, pero que hoy en día casi ha desaparecido. Da sus frutos hacia finales del otoño, pero con la particularidad de que son incomestibles cuando aún están frescos. Si se recogen y se dejan madurar  la piel se oscurece hasta casi volverse negra, y adquieren una textura muy tierna con aspecto poco apetitoso. Se dice que hay que dejar que se pudran, en un proceso la convierte en un manjar para quienes saben apreciarla.

Al llegar al Fargue nos topamos con el Camino de la Barrera. Lo seguimos atravesando el pueblo por la calle Real hasta llegar a la Ermita. A la derecha podemos contemplar de nuevo la acequia Aynadamar. Quien esté cansado puede coger aquí el autobús a Granada. 

Tras recorrer esta alargada población a la falda de la fábrica de pólvora, tomamos el camino que une el Fargue con la Abadía del Sacromonte. Cogemos una vereda que primero transcurre paralela a este carril, pero que luego se desvía a la izquierda para ir descendiendo paralelo al Barranco del Polvorín hasta el Barranco del Hornillo. El perfil de Sierra Nevada siempre en el horizonte. 

Cruzamos este arroyo, desviándonos a la derecha. Comenzamos a ascender por una bonita vereda rodeada de pinos. Cuando finaliza la ascensión encontramos frente a nosotros el valle del Darro, el Cerro del Sol y el Llano de la Perdiz.

 Ahora comenzamos la bajada hasta el camino de Beas por la famosa Cuesta del Garbanzo. Aparecemos a la altura del Cortijo de los Solteros. 

Ya solo resta recorrer el Camino del Sacromonte hasta llegar al Albaicín. Una caminata de unos 16 kilómetros bien trazada por unos 30 andarines. 

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