Dauro, Dat-Aurum, Darro. Tus diversos nombres nos remiten a tus secularmente generosos dones: oro y agua. Curso de agua como frontera, defensa al pie del Albaicín; agua de riego: acequias, huerta, vides y almendros; agua saltarina por los jardines: fuentes, arriates de boj; agua de vida: albercones, aljibes.
Tú pecastes de ira y arrogancia y el hombre pecó de desidia y suciedad. Pero sólo tú fuiste castigado: hollaron tu lecho, te canalizaron y en Granada tus aguas privadas de la luz del sol y de la mirada humana.
Donde te dejan, generoso Darro, tus aguas aún son límpias y alegres, regalan orquídeas y esparcen verdor.
Mujer, niño, niña, hombre: gocemos con sus aguas, disfrutemos su ribera, cuidemos su entorno. ¿Qué menos merece esa agua dorada, agua de oro del Darro, Dat-Aurum, Dauro?
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