En la desazón que es darse un paseo por el Embalse del Cubillas, nos hemos encontrado con una familia de esperanza, sobreviviendo entre aguas urbanizadas.
Y al margen de prosas poéticas, a los responsables de la Confederación Hidrográfica o de los Ayuntamientos de Atarfe o Albolote debería caérseles la cara de verguenza por permitir que el entorno de este pantano esté tan asqueroso. Como sigamos ninguneando a lo natural de esta forma, pronto a las siguientes generaciones no les quedará ni las migajas que, agradecidos, devoran estos patos.
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