Mucho cuento y muchas sonrisas... esa es una dulce tarea casi diaria de Ciempiés.
Antes hay que llegar, montar sin perder un segundo, mover sillas y mesas para que la clase se convierta en teatro y solucionar esos problemillas de ultimo minuto que siempre surgen.
Después desmontar, colocarlo todo bien y salir pitando a otra faena.
Pero el durante es un quehacer muy recomendable; tal vez lo más parecido que conocemos al elixir de la eterna juventud. Y su recompensa es inmediata. Los niños y niñas la flipan al ver que un teatro de guiñol a aparecido por arte de magia dentro de la clase o el gimnasio. Y las marionetas los hipnotizan.
En las fotos Ester cuenta "El Bosque de la Música" y César "Pestilandia". Y en ambas escenificaciones Óscar da vida a las marionetas.
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