miércoles, 26 de octubre de 2016

Por la Peña del Perro.

En esta ocasión subimos a Sierra Nevada para realizar un recorrido de dificultad media desde los Campos de Otero hasta el Dornajo. Comenzamos a unos 2.200 metros de altitud y vamos bajando hasta los 1700 metros. Por lo tanto es una ruta en descenso donde los bastones deben salvaguardar nuestras rodillas. Es la primera vez que nos acompaña Miguel a quien agradecemos su atención continua hacia los caminantes y su preocupación por que beban mucha agua.

La luz del sol se funde con el fío manto de la nieve. Los romanos llamaban a estas montañas “Solarius” que se traduciría como Monte del Sol. Este término  fue seguido inicialmente por los árabes al denominarla “Yabal Sulayr”. Pero posteriormente la conocieron como “Yabal al Taly”  o montaña de la nieve. En el siglo XVIII se acuña su actual nombre de Sierra Nevada.


Este macizo es un ejemplo de riqueza y diversidad natural. Diverso es el adjetivo que antecede a su clima, morfología, geología, flora y fauna, lo que la convierte en un lugar maravilloso y a la vez delicado que entre todos debemos cuidar. Todas las grandes montañas, y Sierra Nevada no es una excepción, son gigantes de piedra imponentes que se sostienen en pies de barro. Esta imagen responde al hecho de que los ecosistemas de montaña son muy vulnerables ante los distintos vectores de deterioro ambiental.

El autobús nos deja en la carretera que sube a la Hoya de la Mora un poco antes de llegar a los Peñones de San Francisco, en el Collado del Diablo. A la derecha sale una senda que nos conduce hasta el Refugio de San Francisco.

Comenzamos a caminar con la encrucijada  del valle del Genil y del Maitena al fondo y el Cerro de la Morra a la derecha. Vamos descendiendo con suavidad por una pista ancha hasta llegar al refugio de San Francisco construido por la Sociedad Sierra Nevada, fundada a principios del siglo XX por un reducido grupo de montañeros granadinos conocidos como “los diez amigos limited”.

Nos recibe un pequeño habitante de estos parajes, un curioso ortóptero (grillos y saltamontes) sin alas y con un gran ovopositor. Espero que no fuera muy tímido ya que muchas miradas se posaron en el. En Sierra Nevada existen 70 insectos endémicos.

Tomamos ahora una vereda cómoda a la izquierda que va descendiendo entre pinos silvestres. Bajando llegamos hasta los Riscos de la Peña del Gato donde tomamos una vereda a la derecha que viene de los campos de Haza Mesa desde el fondo del Barranco de San Juan.

Seguimos en descenso pasando junto a un aprisco y un manantial. Poco a poco comenzamos a llanear y cruzamos el Barranco del Rinconcillo. Seguimos por el sendero hasta la Peña del Perro, un mirador natural rodeado de escarpes rocosos y profundos barrancos. Los otoñales crocus o falso azafrán azulean con gran descaro entre las piedras.

En Sierra Nevada encontramos 2100 especies vegetales diferentes. Pero la vegetación de esta sierra es un valor excepcional no solo por su riqueza, sino sobre todo por la diversidad de su flora. De esas dos mil especies, encontramos 80 endemismos.

Desde este espectacular paraje, volado sobre unos apriscos de ganado, dominamos el valle de San Juan en su confluencia con el Genil. Paramos a tomar un refrigerio compartiendo el lugar con unas vacas serranas con cara de felicidad; su filosofia vital es el slow montain.


Seguimos adelante, siempre por cómodas veredas, y cruzamos el Barranco de las Ánimas; pasamos por el Cortijo de los Castaños, por unos pinares de repoblación, atravesamos el Barranco de los Tejos y llegamos a Prado Redondo.  Frente a nosotros el Cerro Redondo y La Peineta.

Desde aquí caminamos hasta el Dornajo.

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