Montamos nuestro pequeño teatro de guiñol para escenificar "El Pozo y el Ogro", un cuento que pone el énfasis en que pequeñas acciones pueden tener consecuencias inesperadas muy lejos de donde se han producido y que, esconde los problemas no sirve para nada, es un atajo que no tiene salida.
En esta puesta en escena, la narración de la historia se entremezcla con confusiones y líos entre las propias marionetas; incluso un personaje que hace de padre que ha venido a ver la representación, termina actuando en ella.
Todo un reto para el titiritero que tiene que manejar 11 marionetas que comparten con el un muy reducido espacio. Enhorabuena.
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