Ha sido como parte de la programación de las fiestas de San Miguel, en pleno veranillo del membrillo.
Y para no convertirnos en duros membrillos, debemos crecer al lado de los libros, de las historias. A medida que los conocemos y los soñamos, nos conocemos nosotros mismos y nos ponemos en situación de alcanzar nuestros sueños.
Una de esas ensoñaciones podría ser esta historia, la de una bruja alocada y un relojero metódico que vivían en planetas de un sistema estelar situado en la galaxia imaginación, la más estrellada de todas.
En la Plaza Santa Teresa, a la sombre de unos falsos plátanos, hemos disfrutado del enamoradizo relojero, de la alocada y refunfuñona bruja y de los indómitos colores de su paleta de pintora.
Un bonito reencuentro.
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