miércoles, 21 de noviembre de 2018

Ruta 8. Montañas y lagunas de El Padul.


En esta ocasión  nos dirigimos hacia el sur por una ruta milenaria que unía Iliberris con la antigua Sexi.  Dejamos atrás el lugar donde el Rey Boabdil contempló por última vez y lloró su  reino perdido y nos encontramos con un privilegiado lugar situado en la vertiente suroccidental del macizo de Sierra Nevada. Estamos en Las Lagunas y montes de El Padul.


Todos echamos a caminar desde la antigua estación del tranvía de esta localidad. Unos tirarán para la húmeda vega para recorrer las lagunas y otros marcharán hacia las montañas para alcanzar la Cruz de la Atalaya. Nada más comenzar comienza a llover, pero no es suficiente como para amedrentar a estos caminantes.


En la vega del Padul realizaremos un itinerario sin cuestas por un terreno parcialmente labrado, salpicado de pequeñas lagunas y manantiales que vierten sus aguas a unos canales de drenaje denominados localmente “madres”. La importancia de este lugar es grande, al ser el único humedal natural de la provincia de Granada. Además, cuenta con una peculiar turbera, la más meridional de Europa, en la que suelen aparecer con relativa frecuencia huesos de mamut.



Salimos de la Calle Real y nos encaminaremos hacia la laguna del Ojo Oscuro. Desde allí nos adentramos por las sendas trazadas por el entorno de la laguna del Aguadero. Posteriormente atravesaremos la vega del Padul en dirección a la Turbera Agia. Siguiendo la linde de una madre llegaremos hasta el Arroyo Viejo y la Fuente del Mal Nombre. En este curioso lugar, junto la ladera del Cerro de los Molinos, visitaremos las huellas del camino ibero-romano. Finalmente nos encaminaremos hacia el pueblo del Padul por el Camino de los Molinos. 
  

Los que tiran para el monte caminarán por la vereda de los gudaris, llamadas así por que estos caminos fueron trazados por por soldados vascos presos durante la guerra civil, en la cárcel instalada en la casa solariega del Padul conocida como Casa Grande. Antes visitamos este edificio así como la Iglesia de Santa María la Mayor.



El trazado coincide con el límite del espacio natural de Sierra Nevada. Después de cruzar varios barrancos por unos diques bien conservados, se inicia una subida dura y zigzagueante que salva un desnivel de unos 230 metros.


Hemos llegado a la cañada de la Atalaya. Se continúa por un cortafuegos que nos conduce a la cruz de la Atalaya (1240 m). Una centena de metros más abajo se encuentra el mirador del Padre Ferrer, donde un monolito deja constancia de la admiración de los montañeros hacia la figura de este hijo predilecto del Padul. 

Tras merendar en un abrevadero, llamado de los Albatrales, bajamos por la vereda de los gudaris hasta llegar de nuevo al Padul. El camino serpentea por una espectacular masa de pinos de intensos colores debido al agua caída.

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