miércoles, 3 de noviembre de 2021

Las veredas del Sacromonte

En esta sencilla ruta recorreremos el Sacromonte por caminos y veredas, acercándonos a la Abadía y a la Ermita de san Miguel Alto. Pero antes disfrutamos del barrio del Albayzin, un espacio laberíntico, mágico e indomable como su nombre que no se resigna a ser escrito de un único modo. O como las albayzineras curtidas a base de cuestas. 

Partimos de Plaza Nueva desde donde trazamos una ruta albayzinera hasta llegar a San Miguel Alto. Pasamos por varios miradores, plazas y placetas desde donde contemplamos nuestra maravillosa ciudad. La placeta del Cobertizo, del Comino, San Nicolás, Aliatar o la siempre bulliciosa Plaza Larga a la que accedemos por la Puerta de Las Pesas. 

Y vamos dejando atrás distintos aljibes de la Granada Andalusí: el trillo, las Tomasas, Bibalbonud, El Polo, La Vieja o Santa Isabel de los Abades. 

Nos detenemos especialmente en el mirador de la Cruz de Rauda, se encuentra desde el siglo XVI, en la cara norte del barrio del Albaicín. En el siglo XIII en esta zona del barrio existían casas cueva, huertos, el cementerio musulmán de el Maqbarat al-Rawda. 

Donde estuvo la mezquita y el cementerio, se construyó en 1526 la iglesia de Santa Isabel de los Abades. Esta iglesia tenía en sus inmediaciones una modesta cruz ochavada realizada en piedra, la Cruz de Rauda, de estilo renacentista levantada sobre una pequeño pedestal de base cuadrada.

Uno de los elementos más característicos de todas las postales del Sacromonte es la presencia de la ermita de San Miguel Alto, coronando el cerro del Aceituno, donde decían que había un viejo olivo que daba frutos el día de San Juan.

La Ermita de San Miguel Alto se levantó sobre la Torre del Azeytuno, punto fuerte de las torres que componían la cerca de Don Gonzalo, una muralla exterior que protegía la población musulmana de las incursiones cristianas. 

La Torre del Azeytuno era el punto más elevado de la muralla zirí. En 1671 se mandó a derribar la torre, y se construyó allí la ermita dedicada al arcángel San Miguel. Los franceses durante su invasión, en 1810, instalaron en la ermita un fortín que detonaron en su huida de Granada en 1812, dejando tras de sí una montaña de escombros.

Desde allí tomamos una serie de veredas que van serpenteando por los distintos barrancos hasta llegar a un cortafuegos desde el que contemplamos la Abadía. 

Tomamos una vereda que sigue el Barranco del Sacromonte hasta conducirnos a la carretera del Fargue.

La cruzamos y tomamos unas nuevas veredas ahora en dirección a la Abadía. Tras pasar por un mirador, bajamos a este emblemática construcción del siglo XVII.

Esta abadía, construida junto a las Santas Cuevas, tuvo gran importancia como complejo cultural y religioso. En 1595 se hallaron, en el monte Ilupitano (actualmente el Sacromonte), unas reliquias que atribuyeron a San Cecilio, discípulo del Apóstol Santiago, así como unas placas de plomo escritas en árabe, en unos hornos de época romana; se conocieron como los libros plúmbeos. El fervor que desperto dió lugar a un via crucis con 1200 cruces que terminaba en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro. 

Ya solo resta dirigirnos a la ciudad por el camino del Sacromonte. Terminamos junto a la estatua de Mariano Fernández Santiago, conocido como "Chorrojumo", un gitano granadino de la segunda mitad del siglo XIX. 

El nombre le venía de su oficio original, el de herrero, y su inmortalidad se debe en buena medida al pintor Mariano Fortuny que en una visita a Granada lo pintó disfrazado con un traje de gitano goyesco, hacia 1868. El gitano astuto, le gustó el disfraz se autocalificó como “rey de los gitanos” y “señor de los bosques de la Alhambra” y se dedicó a ganarse la vida contando a los turistas historias sobre la Alhambra.

40 senderistas y 10 kilómetros recorridos.

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