miércoles, 10 de noviembre de 2021

Por la solana del Cerro del Sol.

En esta ruta pasearemos por la solana del Cerro del Sol, en el Parque Periurbano Dehesa del Generalife. Este pulmón de la ciudad de Granada fue declarado en 1995 Parque Periurbano con una superficie de 450 hectáreas que rodean al Conjunto Monumental de la Alhambra.

Comenzamos en Plaza Nueva, caminando por la Cuesta de Gomérez y el Bosque de la Alhambra.

Pasamos por un mirador olvidado, los Alixares del Generalife, que intenta rememorar las vistas que los monarcas nazaríes y los habitantes de la ciudad palatina de la Alhambra, disfrutaban al recorrer ‘los casi mil pasos’, que separaban los palacios del sultán de los jardines de la almunia de los Alixares; el camino que llevaba a la más bella de las edificaciones del cerro del Sol, destruida por un gran terremoto en 1431, la de la Higueruela.

 Llegamos al Cementerio de San José y junto a una de sus tapias arranca la vereda que seguiremos. Allí nos encontramos con "Las Rejas de la Memoria", una obra de Carmen Moreno Álvarez construida con los nombres, el lugar de procedencia, la edad y la fecha en la que fueron fusilados en aquel lugar más de 4000 víctimas del franquismo. 

Caminamos con el corazón sobresaltado junto a la tapia donde aún se ven los agujeros de las balas que segaron irracionalmente tantas vidas. Tomamos una vereda que serpentea por el Barranco Bermejo y nos lleva, tras pasar por unas antiguas casas cueva, al inicio de la vereda de los Franceses en el Barranco del Aljibe. 

Este camino, inicialmente bastante ancho, transcurre entre jaras, tomillos y espartos y tiene unas bonitas panorámicas del Genil y Sierra Nevada. Pasamos por la parte alta del Barranco Bermejo y posteriormente dos pequeños puentes de piedra, antiguos acueductos de las barranqueras del Olivar. Llegamos al Valle del Oro, donde nos encontramos con cuevas, perforaciones, lavaderos, puentes y antiguas edificaciones de una explotación minera francesa destinada a la extracción de oro. 

La explotación minera, a cielo abierto, del Hoyo de la Campana se empezó a trabajar desde época pre-romana, en torno al siglo primero antes de nuestra era. Constaba de cuatro partes bien diferenciadas, formadas por la red hidráulica, los desmontes, los canales de lavado, y las casas de los mineros.

La parte más visible de la explotación minera, es la zona de desmontes o vaciados mineros, que está compuesta por un singular paisaje formado por cárcavas artificiales, producidas por la técnica de minería hidráulica denominada ruina montium.

Esta técnica consistía en desmoronar los cerros auríferos inyectándoles agua, provocando gigantescos desprendimientos. El agua se encauzaba hacia el interior de la montaña, mediante una serie de galerías y pozos excavados en los frentes de explotación. El líquido era liberado dentro de las montañas, y con la fuerte presión que ejercía sobre las mismas era capaz de desgajar paños enteros de la ladera, provocando junto a un ruido ensordecedor, la ruina de la montaña. Se dejó de utilizar en torno al siglo III, debido fundamentalmente al alto coste de mantenimiento de la mano de obra.

A mediados del siglo XIX se desató de nuevo la “fiebre del oro” en Granada. En 1847 comenzaron a solicitarse algunas de las primeras concesiones mineras tanto en el término de Cenes de la Vega como cerca de la Alhambra. Jean Adolphe Goupil, empresario y galerista de arte parisino, reabre las minas de oro de Lancha del Genil. Construyó el Canal de los Franceses y una serie de instalaciones con oficinas, viviendas, y estanques de lavado que actualmente están en ruina, y que podemos ver cerca del Santuario de Fátima.

Los franceses utilizaron una técnica algo diferente a la de los romanos, ahora las laderas se desmontaban mediante la fuerza de potentes chorros de agua aplicados en la parte alta de la montaña. El agua y los materiales devastados eran arrastrados mediante diversos canalillos de lavado fino, llegando finalmente a unos tanques donde se separaba el oro. Esta actividad duró hasta el primer tercio del siglo XX, cerrando la mina de oro definitivamente en torno a 1930. Durante la Guerra Civil, la mayoría de las galerías que quedaron se cegaron, para evitar que fueran refugio de los “maquis”.

Bajamos por el Carril de los Filtros hasta Lancha de Cenes pasando por su iglesia dedicada a la Virgen de Fátima. 

Desde allí nos dirigimos al Genil, siguiendo un ramal de la Acequia Gorda cobijado a la sombra de antiguos almeces. Regresamos a Granada por el entrañable camino de la Bicha. 


43 senderistas y 12,5 kilómetros recorridos. Y un precioso regalo de mi amiga Pepita que convierte las flores secas en arte.  

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